Recuerdos
- publicado el 13/10/2008
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Feliz Navidad (Acto V)
[Para saber de qué va esto, lee la anterior entrega]
ACTO V: DESENLACE FINAL
Con el Sol trepando entre los techos entejados del barrio, el tronar de los petardos que los chiquillos del barrio lanzaban terminó por despertar a todos. Pensando en lo que el espíritu del Futuro les había mostrado, se dirigieron cada uno a su lugar de trabajo. El puesto de Escrivá estaba a la puerta de una sucursal de un banco de la competencia del Oviedo Lateral Eslavo, en el que antiguamente había trabajado. Arropado con una gruesa manta y armado con su vaso del McKing, intentó poner su mejor sonrisa y esperó a que la caridad navideña hiciera crecer el número de monedas que la gente dejaba a lo largo del día. Las horas pasaron y la sonrisa quizá tuvo efecto, pues llegó a reunir dinero suficiente para procurarse desayuno y comida caliente, e incluso pudo cenar gracias al bocadillo de chopped que una amable anciana le cedió. Escrivá intentó agradecérselo con un beso, ofrecimiento que amablemente declinó la mujer. Contento y con el estómago lleno tapando la certeza de que nunca iba a salir de allí, volvió al callejón. Fue el primero en llegar, quizá sus compañeros no habían tenido demasiada suerte y querían apurar algo más. O quizá habían tenido más suerte que él, y estaban haciendo acopio de comida y monedillas.
Encendió los restos de la hoguera de la noche anterior y se recostó en la pared pensando en las apariciones. Aunque era de naturaleza escéptica, tenía que reconocer que lo que había visto era real, pues sus compañeros lo habían corroborado por la mañana. Pero le seguía resultando tan increíble… decidió tomárselo con el mismo humor que la noche anterior. A mal tiempo buena cara. Y si hacía buen tiempo como aquel día de Navidad en el que ni siquiera nevaba como sucedió en Nochebuena, pues mejor cara. Cuando vio llegar a los chavales, en consonancia con su decisión de mantener el buen humor, soltó una carcajada. Al final el fantasma del Futuro iba a tener razón, allí estaban. Iban cargando con dos bolsas cada uno, como había predicho el sueño. ¡Qué felicidad! Hoy era su día de suerte, podrían tomar café o té caliente y tendrían comida para casi una semana… Pero según se iban acercando, vio algo raro en su mirada, en su sonrisa. Cuando llegaron a su vera, se dio cuenta de que no eran los hijos de Manolo. Es más, uno no era «hijo» sino «hija». Aún así sus caras le resultaban familiares… quizá los había visto en algún periódico de los que usaba para arroparse o para hacer fuego. Parecían también hermanos, quizá fueran hijos de alguien rico y poderoso, quizá fueran hijos de su antiguo jefe.
– Hola, buen hombre, venimos a felicitarle la Navidad. – Habló la chica.
– Ah… muchas gracias, muchachos. – su intranquilidad se disipó un poco.
– Sí, mira… te vamos enseñar tus regalos, lo que te ha traído Papá Noel en nuestra casa. Timoteo, – ese debía ser el nombre del chico – enséñale la primera bolsa.
– Sí, Marta.
Y Timoteo, que no parecía muy hábil y menos con guantes puestos, sacó una gran botella llena de un líquido semistransparente, con aspecto de licor, y la depositó en el suelo.
– Est… esta es tu bebida. Tenga cuidado, que puede que le res… resul… resulte demasiado fuerte – dijo Timoteo, y soltó una carcajada.
– No haga caso a mi hermano, buen hombre, que no tiene muchas luces. Es té blanco, no le va a hacer daño. Pero antes, mire lo segundo que le traemos.
– ¿Qué es? – inquirió Escrivá, que apenas había abierto la boca hasta entonces.
– ¡Una ristra de chorizo! ¡Chorizo! ¡Chorizooooooo! – Timoteo estaba nervioso, gritaba y reía sin parar.
– ¡Ya basta, Tim! Sí, es chorizo, señor…
– Escrivá. Me llamo Esteban Escrivá y fui empleado de… – Comenzó a decir, por si resultaba que iba a pasar las Navidades con los hijos de su ex-jefe.
– Ah, Esteban, bonito nombre. – le interrumpió Marta. – Tenga – y se lo lanzó.
– ¡Mfuchas grafcias! – Dijo con la boca llena tras cazar al vuelo el embutido. Si traían comida, qué más daba quiénes fueran.
– Muy bien, me alegro de que le haya gustado, nosotros nos vamos, ¿verdad timoteo?
– ¡No! ¡No! ¡Falta el mejor regalo! – Otra carcajada. Escrivá estaba tratando de ignorar al muchacho de las pocas luces, pero esta risotada le dejó helado
– ¿Qué…. qué falta? – Quiso saber.
– ¡Pero cómo podía haberme olvidado! Pero primero dé un trago, !hombre dé un trago al té! – Animó la chica.
– No, gracias, ya tomaré despues…
– Dale un trago, ¡coño! – Timoteo estaba cada vez más nervioso
– Va…vale, de acuerdo, bebo.
Mientras Esteban abría la botella y se la llevaba a la boca, Marta comenzó a encenderse un cigarrillo. La primera gota de líquido cayó sobre la garganta de Escrivá.
– ¿Pero qué coño es esto? ¡Sabe a mierda! ¡Y huele a mierda! – El sabor es comprensible que no lo conociera, pero el olor sí aunque no lo había reconocido aún.
– No es mierda precisamente, querido. – Dijo provocativamente la muchacha mientras encendía el cigarrillo. – Tim, dale más, que creo que le ha gustado.
– ¡No! ¿Qué queréis de mí? ¡No tengo nada de valor! – Suplicó Esteban.
– ¡Por eso! ¡Por eso! ¡Eres un estorbo! – El muchacho de las pocas luces había sacado el contenido de las otras dos bolsas: eran sendas botellas con el mismo líquido que la que había abierto Escrivá. – Pero somos generosos, ¡te damos de beber! – Y entre más y más carcajadas, roció el cuerpo de Esteban con el líquido.
– ¡Hijos de puta! ¿Qué me estáis echando encima?
– No se insulta, señor Escrivá… – esa era la voz de Marta
– ¡Que te follen, zorra!
– ¡Cuidado, señor Escrivá! ¡Se quema usted! – y le lanzó el cigarrillo.
En ese momento, Esteban recordó de qué era ese olor. Era olor a gasolina. Se levantó e intentó perseguir a los hermanos que habían salido a la carrera, pero las llamas le alcanzaban ya la cara y no le dejaban ver. Se cayó.
– ¡Desgraciados! ¡Hijos de putaaaaa! – gritó a la negrura
– ¡Feliz Navidad, señor Escrivá! – Oyó decir. No distinguía ya de quién era la voz – ¡Que Dios le bendiga!
- Escribir - 07/06/2011
- La Voz (parte III) - 08/09/2009
- La Voz (parte II) - 07/09/2009
Y con esto queda cerrada la mini-saga. Zilniya, siento que el prota de mi versión acabe peor que el de la de danixu… xD
Vaya final más gore. Aunque he de confesar que según lo has planteado desde el principio en este último acto, se veía venir… En global, me ha gustado. Original.
Jo, qué palo… No me esperaba semejante final, el fantasma del futuro se equivocó… O_O
La madre que parió a esos chavales psicópatas!!!
Un final con crítica (supongo) te anima a leer y luego el puñetazo… Tienes gancho, Danixu, reconozco que ha sido una sorpresa pero también reconozco que por eso impacta tanto.
Errr… soy DonGato, Zilniya xDDD
Ups! Ves? Tanta versión del cuento de Dickens me hace ver gente que está en otro sitio… XDDDD
(Y ya que estamos, si tu nick es Don Gato, por qué te pones una imagen del pingüino de Linux?) XDDDD
Zilniya, es EinsteinTux! Va, me buscaré una de un gato…