– Has cogido el jabón padre? – el niño formuló esa pregunta mientras todos se dirigían hasta las duchas. El padre no prestó atención, tenía la mirada dirigida hacía el suelo arenoso de la granja.

– Digo que si has cogido el jabón para lavarnos, papá

– Nos lo darán cuando lleguemos hijo, tu estate tranquilo y recuerda lo que te dije ayer por la noche, ¿vale?

El niño recordó la extraña conversacion que tuvo la pasada noche con su padre, que si le quería mucho, que si su madre tambien…Enfin, esa serie de tonterias que, el niño supuso, solían decir los padres a menudo. La conversación tuvo lugar unas cuantas horas despues de la extrañisima desaparición del compañero de cama del padre: un polaco llamado Katrowsky , que al niño le había caido muy simpatico. El muy suertudo seguro que había seducido a alguna Alemana, de las que hacen recuento por las noches, que por cierto, son muy guapas, y que el niño esperaba ver por la noche, porque le iba a declarar su amor a una de ellas. El niño supuso que no tenían jabón porque su padre no tenía dinero para gastarse en tonterias, ya que desde hace un par de meses eran muy pobres, el niño no sabía muy bien porqué. Cuando llegaron a las duchas, se tuvieron que desnudar del todo, hecho que al niño le avergonzó e indignó mucho, tanto que le dijo al oficial que esperaba en la entrada que se desnudase él, que a el le daba verguenza y que era injusto, no tenían realmente razones logicas para desnudarles así, ni a el ni a todos los que dejaban ya su ropa en el suelo. A esto, el oficial respondió con una sonrisa burlona, e hizo un gesto de que pasasen todos a ducharse. El niño sería el ultimo en entrar. Y tambien el ultimo en leer las dos fatidicas palabras que aparecían en la puerta de la ducha:

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