Marchar
- publicado el 22/02/2014
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Filosofía Barata 7
Llega el día en la vida de un perro en que, compadeciéndose de su condición perruna condenada a comer bolas de pienso de color marrón y con sabor acartonado, su dueño le ofrece, en un acto de infinita bondad, un poco de comida humana. A partir de ese cósmico cambio, el perro pedirá a su amo más y más comida humana, observándolo comer mientras gime y lloriquea por sus sobras. A cambio, se le de o no más manjar humano, será fiel y agradecido a su forma, olisqueándole en la entrepierna, lametones y otras guarradas caninas.
Este comportamiento puede recordar, o no, a cierto tipo de personas. Estas personas-perro también tienen dueño, al que siguen moviendo la cola. Quizás se trate de un amigo, un jefe, su pareja o el líder de una secta, ¿Quien sabe? cualquiera puede apadrinar a una persona-perro. Estos dueños, también alimentan de alguna forma a las personas-perro, pero no vamos a entrar en detalles, echadle imaginación al asunto.
Víctor Manuel Sala.
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