Sentimientos latinos
- publicado el 29/11/2008
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Summer Wars: El comienzo de todo
La gente joven está convencida de que posee la verdad. Desgraciadamente, cuando logran imponerla ya ni son jóvenes ni es verdad.
Jaume Perich
Aquí la Anónimamente Anónima. Lista para contarte la conversación que tenían Yong y Jonás después de dejar a las chicas en el hotel de Isaac y de recibir la ofuscada regañina de Ione. Puede que esta conversación fuese algo corriente entre los chicos, pero luego verás que es algo tan importante como llevar ropa interior.
No muy lejos, bueno, quizás a dos kilómetros, dos luces intermitentes que reflejaban una enorme camioneta negra, se adentraba en el bosque El Pino a través de un pequeño y pedroso camino. Si fueras un forastero, seguramente no te atreverías a cruzar ese bosque en plena noche porque te acordarías de los altos y frondosos bosques que salen en las películas americanas porque ahí se comenten infinidades de asesinatos. Pero para dos aldeanos como Yong y Jonás, cruzar aquel oscuro boscaje era la parte más molesta del trayecto. Todo lo hacían por su amistad con Ione. Y por que no querían aguantar sus quejas. El que conducía aquella camioneta era su dueño, un chico de rudas facciones, moreno, de enormes ojos azules y con parte de la cabellera llena de decenas de rastas. A su lado se encontraba el coreano agarrado, Yong, un chico de cabeza redonda, ojos rasgados y un desbaratado cabello cobrizo que ondeaba en distintas direcciones.
– Siempre está callado – opinó el chico de las rastas – Y cuando no, es para insultarnos.
– Pues hoy tenemos que dejar que nos diga de todo. – dijo Yong abriendo la guantera para sacar el porta CDs de su amigo. – Le hemos dejado colgado por veinte euros.
En seguida Jonás se dio cuenta de lo que pretendía su amigo:
– ¿Vas a cambiar el CD? ¿Es que no te gusta Dikers?
– Prefiero escuchar a su padre, aunque no sea coreano – contestó con simplicidad el otro mientras ojeaba los discos de su amigo – ¿No tienes algo que sea música de verdad?
– Coreano no – acertó a contestar el otro – Mira tío, este es mi coche y por lo tanto se escucha lo que yo quiera. Así que te aguantas.
– Desde que tu viejo te compró la camioneta te has vuelto un subnormal – soltó Yong con indignación – Cuando mi padre te llevaba a la facultad siempre te preguntaba si no te importaba que pusiera su música.
– ¡Por que no entendía coreano! – Jonás estaba empezando a hartarse del maldito Yong.
– ¡Pues por esa regla de tres no escuches esa mierda de SUM 41 ¡Por si no te has dado cuenta, es en inglés!.
Su amigo sonrió con suficiencia. A diferencia, por no decir muchísima, de Jonás, en aquel pequeño grupo de amigos Yong era el más coherente, el más realista y el más maduro. Su sentido de la coherencia siempre sacaba de sus casillas al alocado y obstinado Jonás, por ello siempre esperaba al mínimo despiste del coreano para demostrarle que el también podía ser “coherente” y “astuto”:
– Pero el inglés es el primer idioma más hablado del mundo.
– Discrepo – lo cortó el otro – Es el tercero idioma más hablado del mundo, por detrás del chino y el castellano.
Jonás lo miró con incredulidad.
– ¿Qué estás hablando? ¡Todo el mundo sabe que es el inglés!
– Lo vi en Wikipedia.
– ¡Ah claro, si lo dice Wikipedia…!
Yong negó con la cabeza, indignado. No le gustaba dárselas de listo, pero era en contadas ocasiones, por no decir, escasas, las cuales su amigo podía presumir de cultura general. Por ello, decidió tragarse su orgullo y dejar de hablar, porque así también lo haría Jonás, aunque claro, creyendo ciegamente que tenía razón.
Afortunadamente, aquel silencio se acabó cuando aparcaron junto a la ranchera marrón de los García.
– ¿Por qué coño han tardado tanto?
Jonás dio un respingo y Yong se irguió.
– ¡Cabrón!
Los intermitentes enfocaban a un muchacho rubio, de esos que solo te encuentras en revistas de surf y con una mirada tan siniestra que aun intimidaba a sus amigos. Ese era Ione García. El enfadado Ione García.
– ¡No nos des esos sustos! – le reprochó Jonás – ¿¡Es que aún no sabes donde vives o qué!?
– Solo te falta el hacha – dijo Yong con una nerviosa sonrisa.
Ione, aun con la mirada clavada en aquellos metenegras, siguió en silencio hasta que finalmente dijo:
– Se han salvado; el arsénico está dentro.
– Isaac nos pidió que fuéramos a recoger a su hija a la estación de guaguas y cuando volvimos… – contestó cansinamente el asiático – la mayor parte de las carreteras estaban cerradas.
Jonás no habló, desde que había conocido a esas dos pijas de la ciudad estaba bastante irritado. Tenía la vaga esperanza que la verbena cambiara un poco su estado de ánimo.
Esperen un momento! ¡Quieto parado! ¡Se me ha olvidado contar lo que pasaba dentro de la residencia García mientras estos tres discutían!
Sí, soy un poco novelera. Si no fuera por cierta serie televisiva podrían llamarme La Reina Cotilla, pero dado de lo que trata, prefiero que me llamen Anónimamente, Anónima. Pero soy tan cotilla que intentaré multiplicarme para contarte, todo, todo, lo que ocurre dentro del pueblo de Bahía Blanca
A lo que íbamos, dentro del salón de los García, tumbados sobre el enorme sofá de cuero negro, se encontraban Coral y Viejito, comiendo papas mientras veía uno de los éxitos de Kevin Smith, Clerks II. La chica había perdido la cuenta de las veces que había visto esa película, aun así, ha ella seguía haciéndole gracia las partes más cómicas del filme. En el mismo instante que los protagonistas discutían y comparaban la calidad de las magníficas obras de George Lucas y J. R. R. Tolkien, el móvil de Coral avisaba de que tenía una llamada.
Era su mejor amigo, Dante. Dan, para los colegas.
– ¿Qué pasa? – preguntó algo molesta la chica, puesto que se estaba perdiendo una de las partes más graciosas de la película
– Yo también me alegro de oírte. – contestó un interlocutor con voz grave – ¿Qué vas a hacer esta noche?
– Ver Clerks II con Viejito.
– ¿Nayra y los otros no salen? – preguntó extrañado Dante.
– Pues no. Nayra está con sus abuelos y aunque estuviera aquí estaría con Yong. Dácil dice que para salir nosotras dos se queda en casa y Loki… bueno, ya sabes que está con su novia Mc Air.
– ¿Y por qué no me llamaste? – aquella pregunta, tan irritada, la cogió desprevenida.
– A decir verdad, no sé… – más que nada, porque en sus trece años de amistad nunca habían salido a solas – Suponía que dirías lo mismo que Dácil.
– Yo no me quedaría un viernes por la noche en mi casa para ver manga y telenovelas japonesas – se quedó callado y por alguna razón que no llegaba comprender… a Coral le empezó a latir aceleradamente el corazón – ¿Quieres que te vaya a buscar? Mi hermano ha dejado la moto aquí…
Viejito, que había estado observando las distintas caras que había puesto su nieta en menos de cincos minutos, dijo:
– Dile que no venga. Jonás estará encantado de llevarte.
No creo que Jonás estuviera muy encantado. Te lo digo porque cuando se enteró que tenía que esperar a que otra fémina se arreglara, apretó los labios y juro que cuando alguien no lo viera, iba a pegarle un puñetazo a un tronco. Sí, Jonás tenía más carácter que Ione. Pero a diferencia de Ione, no se podía callar lo que pensaba. Y eso es lo que más te enganchará de esta historia. Oh, sí.
Y lejos de aquel paraje que te quitaría el aliento si lo vieras de día, se encontraba otro más turístico y más comercial. En lo más alto de la más alta loma de los al rededores del pueblo, estaba el rústico Hotel Bahía Blanca. Tan blanco y repetido como las casas del pueblo, pero con una fachada romana. Sí, una fachada romana donde aguardaban Elba y Yaiza a que el padre de la primera dejara a todo su equipo en orden y las alcanzara hasta el pueblo para que ambas pudieran distraerse un rato.
Pero si tienes curiosidad por saber si Elba realmente insultó o le reprochó algo a su padre, creo que no malgastaré mi tiempo en decirte como fue el reencuentro.
No hubo insultos y tampoco reproches. En cuento la niña vio a su padre se olvidó que estaba enfadada. Si vieras al guapo padre de Elba, entenderías por qué.
– Este lugar es precioso – suspiró la hija del casanova cuarentón, contemplando las vistas que ofrecía las puertas del hotel.
Yaiza no podía negar que aquel sitio fuera bonito. Y que las vistas del puerto, y de las playas, y de las estrellas, y de las luces que provenían de las casitas del pueblo le daban un toque postimpresionista. Pero no dejaba de sentirse nerviosa por todo lo que había pasado aquel día… Se había despertado bajo un batín verde y oliendo a penicilina y se iba a dormir en el paraíso.
Era todo muy surrealista. Miró a Elba… y no sabía que pensar. Estaba preocupada por ella. Una hora atrás había discutido a su madre, haciéndola comprender que lo que habían hecho era por su bien. Dana, la madre de Elba, había prometido no delatarlas a la madre de Yaiza, pero la última aun se sentía insegura en aquel paraje.
– ¿Cómo están las dos chicas más guapas de la verbena de Santa Flavia? – la voz de Isaac la despejó de sus preocupaciones.
El guapo Isaac. Muy guapo, chicas. A mí, y seguramente a ti si lo vieras, me recuerda a Sawyer, el estafador de Lost. Con ese cabello rubio, esa mandíbula cuadrada, esos ojos azules y ese moreno exótico… Sí, está tremendo. La mitad de las mujeres de Bahía Blanca babeaban por el papá de Elba y la otra mitad querían darle una paliza… A veces ser extremadamente guapo, es un problema.
– Muy bien ahora que está el hombre más guapo de Bahía Blanca con nosotras – contestó con orgullo su hija.
Papá le pasó el brazo por encima a su niña, dejando que Yaiza guardara las distancias.
Dentro de la camioneta blanca, empezó otra conversación que dará pie a los sucesos que ocurrirían aquella noche:
– ¿A que hora quieren que las vaya a recoger? – preguntó el padre de Elba mientras ponía la llave en el contacto.
– ¿Sobre la una? – Yaiza asintió – Sobre la una, papá.
– Yo también quiero pasármelo chachi esta noche, así que mejor las recojo a las dos. – se dirigió a su hija – ¿Llevas el móvil?
– Por supuesto – contestó con una encantadora sonrisa.
– Pues allá vamos – dijo finalmente Isaac, arrancando la camioneta blanca.
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Me gusta como alternas diferentes escenas y situaciones, no resulta lioso y se sigue bien a pesar de la variedad. Buen trabajo!
estoy de acuerdo con zilniya; no resulta lioso el salto entre escenas.
a ver que mas nos cuenta la anoninamente anonima ^^
Anonimamente anonima… que ojazos tienes! y que bien escribes!