Martes
- publicado el 10/11/2008
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Amont – Capítulo 5
Este es una de las partes de un largo relato que estamos escribiendo entre Lascivo y Champinon.
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Esa noche la brisa traía el ruido del salón chino; el olor a carne condimentada que se vendía en cajitas para llevar en un carrito calle abajo.
Apoyado en la barandilla, Giorgio Grigio visualizaba la imponente ciudad desde un ático en el piso treinta y siete. Admirando la majestuosa urbe de Amont por la noche, Giogio era ajeno completamente al vuelco tan enorme que iba a dar su vida.
Sonó el timbre.
El hombre se giró extrañado, nunca había llegado a comprender por qué existían personas que llamaban a la puerta cuando la medianoche se había marchado ya, junto con los trabajadores y efectivos, quedándose en la calle la vida nocturna, a la vez tan luminosa y oscura.
Volvieron a llamar y el decidió ignorarlo.
Entró dentro de la habitación, cerrando suavemente la puerta de su cristalera para no dar pistas de su presencia. En ocasiones, tenía la impresión de que en su ático no vivía nadie en particular. No porque fuese un lugar desordenado, sino porque a veces, al mirarlo, le recorría un escalofrío al darse cuenta de la disposición elemental – copia de un catálogo de diseño barato – de los elementos que la rellenaban. Veía las piezas como algo impersonal, pensando que, en realidad, allí podría vivir cualquiera. Veía sus objetos de consumo como artefactos intercambiables que cualquier otra persona podía tener, como si las vidas pudiesen cambiarse como los niños hacen con los cromos, tu vida por la mía y viceversa.
Quizás el señor Bedlam viera las cosas del mismo modo. Giorgio no podía evitar preguntarse: “Si Fil tuviese mis posesiones ¿Qué haría él con mi diván de IKEA o mis carteles de vanguardia rusa? Bueno, algo se le ocurriría – pensaba después – por algo él es mucho mejor artista que yo” Aunque Giorgio sí que tenía una pieza que transmitía su personalidad. Que mostraba el mundo tal cual él lo concebía.
Un nuevo tono y él andaba por el salón. Se detuvo delante de su réplica del Guernica. Admiró sus colores claroscuros, sus formas afiladas y sinuosas a la vez. Admiró sus rostros, admiró sus gestos. Picasso lo pintó muchos años atrás para rememorar un hito histórico, aunque pocos se acordaban ya de esa historia. Giorgio Grigio siempre le había visto como un gran visionario. Las cosas en la actualidad eran como el Guernica. Todo era blanco y negro, las formas sinuosas reinaban durante el día y las afiladas mandaban durante la noche; y en los gestos de la gente se veía esa misma desesperanza. Todo era un gran Guernica del tamaño de un planeta. Una crítica a la vida, un estercolero de deshechos. Y él, entre otros, tenía la intención de dar un giro argumental a la historia. Por eso se unieron al proyecto Amont.
Llamaron de nuevo. Enojado, se dirigió a la puerta, pero sin atreverse a abrir. Se apoyó de espaldas a ella, mirando hacia la ventana que daba a la ciudad.
– ¿Quién es? – No hubo respuesta. Esperó unos segundos y volvió a sonar el timbre. – ¿Qué diablos? ¿Quién molesta a estas horas?
Acudió a su escritorio. Su padre siempre había guardado un arma dentro de su mesa del trabajo, y al morir éste, Giorgio había decidido conservarla. Era una réplica de una magnum antigua. Su padre aborrecía las automáticas, o eso decía. Agarrando el arma se dirigió de nuevo a la puerta. Corrió los cerrojos que sonaron como golpes metálicos ahogados, justo en el momento en que sonaba el timbre por cuarta vez.
– ¿Quién dia…? – No había nadie. Al abrir la puerta se percató de que el rellano estaba vacío. Nadie en los ascensores. Dio un paso hacia el exterior, con el arma siempre por delante. Las cosas no cuadraban, y eso no le gustaba nada. Su pulso se aceleró.
Entonces tropezó con una caja. Era un envoltorio cúbico, de cartón, de unos sesenta centímetros de base. Su primer instinto fue el de abandonarlo allí, pero el mundo es extraño, y la curiosidad siempre puede a la razón.
Le sorprendió lo ligero de su peso, como si estuviese relleno de papel. Cerró la puerta y dejó la caja sobre la encimera de la cocina. Su debate comenzó. No comprendía nada, se sentía completamente desubicado. ¿Qué hacer? ¿Estaba esa caja dirigida a él? ¿Por qué una caja? ¿Quién la dejaría ahí?
– Tengo que pedirle ayuda al viejo Johnny. Él me debe un favor – Se acercó a la nevera – ¿Verdad? – Agarró la botella de Johnny Walker que le quedaba en el congelador. Se sirvió cuatro dedos en un vaso con hielo y, mientras sostenía éste en alto, observó la cocina a través de cristal curvo del vaso. Recorrió toda la angosta cocina hasta detenerse en la caja. – ¿Qué hago, viejo amigo? – le preguntó al vaso antes de bebérselo todo de un trago.
*plic* El sonido de un goteo le sacó de su ensimismamiento. Buscando el origen del mismo, se dio cuenta de que la caja estaba mojada por debajo. Se miró las manos, no se había dado cuenta de que estuviese mojado.
El vaso cayó al suelo, rompiéndose en mil pedazos. Sus manos estaban completamente rojas. El líquido era sangre, y de dio cuenta de que lo que fuera que hubiese dentro de la caja, realmente iba a suponer un cambio brusco en su vida.
Contuvo la respiración al acercarse lentamente. Uno de los cristales acabó de romperse debajo de su pie, pero a Giorgio no pareció importarle el dolor. Alargó la mano y la introdujo debajo de la solapa de cartón.
– No hay miedo – dijo cerrando los ojos, mientras trataba de convencerse de lo irreal de la situación. Tragó saliva y abrió el contenedor.
En realidad algo dentro de él ya sabía lo que iba a encontrar. Miró dentro y se sorprendió profundamente por no sorprenderse. Una oreja, en perfecto estado y bañada en sangre, reposaba sobre un acolchado de papeles. Al lado, una nota con una letra afilada rezaba:
«Van Gogh envió una de sus orejas en señal de amor profundo. Ésta no es mía, claro que no, pero creo que será capaz de apreciar éste pequeño detalle que he tenido con usted, señor Grigio. Reciba un cordial saludo.
Un gran admirador de su trabajo. «
Tras vomitar, Giorgio consiguió sobreponerse y releyó el papel. Cuando lo estaba arrugando e iba por el teléfono para llamar a la policía, sonó de nuevo la puerta. Pero ésta vez no era el timbre, eran golpes. Los cerrojos comenzaron a ceder. Giorgio cerró los ojos.
– La noche es afilada… y negra.
- Amont – Capítulo 5 - 23/12/2010
- Amont – Capítulo 3 - 09/12/2010
- Encerrados - 19/11/2010
Bueno, he aqui la siguiente parte del relato que estamos escribiendo. Espero que la gente lo esté leyendo o al menos dé pistas de que le interesa en algo la historia, que nadie comenta nunca nada…
me sorprenden las referencias al guernica. por un lado, las encuentro muy acertadas (sobre todo en referencia a lo «visionario», pero por otras… estamos hablando de la destruccion de la guerra, y segun parece en el relato, amont es nuevo. gris, vacio y monotono, pero estable. o puede que sea que grigio quiera ver amont como el guernica… al menos, los colores los tiene ya!
por otra parte, estoy de acuerdo con un comentario que dijiste el otro dia. me gustaria empezar a unir las diferentes historias. empezar a conocer a los personajes y sobre todo… entender la mente del psicopata que cree no serlo.
y… donde esta beck para poner orden en amont?? que parece que grigio va a pasar a ser una leyenda…
Tienes que pensar que estamos hablando de un futuro no muy lejano, pero que realmente ha cambiado a la gente. Todo, las calles, la sociedad,… la vida, es gris, monótono. La decadencia de la raza conlleva una sociedad sin iniciativa, una sociedad basada en el consumo y en la conformidad, una sociedad monótona como bien dices. La falta de individualismo nos convierte en brutos, en bárbaros si quieres llamarlo asi. Somos un ganado que hay que manejar con palos, ¿quién maneja esas varas es la clave de la cuestion? ¿Es la politica? ¿Alguna secta religiosa? ¿La televisión y la prensa?
Creo que pese a lo que parece, quizás amont no sea tan gris como lo que hay fuera, quizás ahora solo parece un reflejo de lo que podría ser. Hay muchas cosas detrás que aún no hemos alcanzado a ver, de hehco, no sé ni como las verá lascivo y solo puedo reponder por mí mismo.
A ver qué mas cosas van saliendo… 🙂
Espero que el ocmentario sirva para algo, aunk sea para generar debate. Gracias por comentar amelie.
Me resulta muy llamativo. Estoy empezando a leer ahora el relato, así que me reservaré mi opinión sobre el contenido para el futuro. El discurso narrativo me llama mucho la atención. Directo y conciso pero no eludes el gusto por el detalle. Me gusta, creo que es adecuado.
Un saludo.
Hageg de Bofilla
http://desdichadosporlosrum.wordpress.com/
Muy interesante, JJ. Me has dado qué pensar. La verdad es que no me esperaba este capítulo de esta forma. Me gusta que metas un nuevo personaje. Ju, ju, ju.
Por cierto:»Entró dentro de la habitación». Entrar no puede ser sino dentro. Redundancia.
Saluditos a todos los que nos seguís, el nuevo capítulo estará listo y publicado en la primera semana del año. ¡Besos!