Carta de una muerte y una vida
- publicado el 04/02/2009
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Las tortugas y el correo
El primer ingeniero del mundo fue Dios. Con su perspectiva lógica y organizativa, en pro de construir un mundo para bastantes milenios, al menos 5000, realizó un análisis exhaustivo y bien documentado sobre las necesidades del mundo y decidió asignar una responsabilidad a cada animalito, muchos de los cuales no eran como los conocemos hoy en día.
Los elefantes, por su tamaño y peso, serían los constructores de caminos. Trabajarían varias horas a la semana y siempre andarían en grupos numerosos para asentar bien el camino. Un paso abre una ruta, un segundo paso la consolida y el tercero le da su visto bueno, por eso los elefantes bebés van a la cola, sus ojitos están más cerca del suelo que los de sus predecesores.
Las jirafas, siempre con su actitud elegante y tras obtener su tan anhelada visión superior, (la verdad, se creían de un estrato más alto que los demás animales… aunque aún no existieran las clases sociales), serían los vigilantes y guías de las diferentes aves, con sus largos cuellos podrían controlar el complicado tráfico aéreo.
Las tortuguitas no eran como las conocemos hoy, caminaban en sus dos paticas traseras y eran bastante delgadas ya que carecían de su caparazón. Además de esto, tenían la característica de expresarse muy bien y tener excelentes relaciones con las diferentes especies pese a su mala memoria, eran considerados los despistados más tiernos de toda la creación. Buscando aprovechar su amabilidad, les fue asignada la responsabilidad de comunicar a los animales llevando mensajes escritos, verbales, regalos y todo aquello que un animalito quisiera dar a otro, y considerando que era un mundo nuevo y libre donde todos eran iguales, era algo muy común, pero claro está, no era comunistas; no existían las clases sociales, mucho menos los partidos políticos.
El primer día de reparto de la correspondencia, las tortugas cargaron cinco cartas aproximadamente, sus paticas sin dedos sólo les permitían sostenerlas uniendo ambas extremidades y cuando se tropezaban se caía una por casualidad, el levantarla les tomada varios minutos y en algunos casos horas. Con esto el reparto era bastante lento y las cartas y paquetes llegaban una y hasta dos semanas después de lo estimado. Las invitaciones a los matrimonios llegaban el día del divorcio de la supuesta feliz pareja, las galletas de nuez de mamá coneja llegaban convertidas en pequeños árboles de nuez, los juguetes para los bebes recién nacidos se convirtieron en regalos de universidad… caminando a diez kilómetros por hora, llegar de Maicao en la Guajira a Chachapoyas en el Amazonas, puede llevarte bastante tiempo.
Preocupadas por su desempeño y por la molestia de sus clientes, las tortuguitas solicitaron una audiencia con Dios. El vocero de todas las tortuguitas llego muy puntual y elegantemente vestido a la reunión, en la cual Dios fue muy atento y tomó muchos apuntes sobre los comentarios y razones que expresaba el primer gremio de correo y transporte del mundo. Después de varios días de pensar, muchas ideas buenas y otras no tanto, estableció los cambios que tendría la especie considerando sus características y deseos de realizar su función lo mejor posible.
Al día siguiente, cuando las tortuguitas abrieron sus ojos se dieron cuenta que eran más pequeñas y no de tamaño sino de altura, ahora estaban más cerca del suelo y sus brazos no tenían la misma movilidad que antes, sin embargo sus cuellos se movían más y en diferentes direcciones, incluso hacia atrás, aunque en esta posición, daba contra algo que no había antes. Era un baúl, al menos eso parecía. Una gran caja ovalada que hacía parte de su cuerpo. La reacción no se hizo esperar, cada una de ellas llegó donde su vecina para darle el tour por su nuevo y bien decorado aposento, con afiches, cuadros, fotos familiares y sobre todo, el espacio designado para su nueva oficina.
Ahora podían cargar más de cinco cartas, cinco paquetes, cinco regalos y cinco recados. Además, con el paso del tiempo, el internet móvil y la tecnología les permitió saber donde estaban exactamente y comunicar a sus siempre felices clientes, cuando estarían llegando con su entrega. Desafortunadamente, los hombres como siempre tomaron una gran idea, la “humanizaron” y ahora tenemos que adivinar cuando estarán llegando nuestros envíos y rezamos porque le pongamos más atención a lo que la naturaleza ya hace mucho mejor.
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