¿Lectores?
- publicado el 12/11/2008
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Una tarde corriendo
Al respecto, hice algún chiste jocoso y tú me atravesaste con la mirada. No era la primera vez ni sería la última. Cariño, tengo el defecto de decir siempre lo que pienso. Soy así… Hombres.
Sin mayor reparo, seguimos nuestra carrera alrededor del polideportivo. La pista estaba vacía. Nos acercábamos irremediablemente a las diez de la noche, hora en la que la gente normal se recogía en sus casas. Pero ni tu ni yo éramos ningún prototipo corriente. Seguimos al trote un buen rato, hasta que nos cansamos.
No sé cómo, pero me convenciste para que te acompañara a casa de tus abuelos. Extraño que dijera que sí. Aunque no puedo arrepentirme de la elección, porque fue un paseo dulce, ameno y agradable. Nos cruzamos con personajes embozados en chalecos negros, mujeres más llenas de arrugas que de piel, adolescentes acosados por cenicientas nubes de tabaco y atronadores coches que parecían haber brotado de la jungla. Pero ante tanta imperfección, tu belleza lo deslumbraba todo. Todo.
Al llegar al porche de la casa de tus abuelos, te detuviste frente al portal. Bajo la luz de las estrellas -llamemos estrellas a tus ojos, porque la contaminación lumínica nos impedía disfrutar de los astros celestes-, me miraste con una mezcla de sobresalto y necesidad. Te despediste con tu innata suavidad, deseosa de desaparecer.
Pero yo no lo hice. No pensaba hacerlo. No pensaba perder una oportunidad tan buena.
Te besé, furtivo. Como un ladrón que acomete a su tesoro. Rocé tus labios apenas un segundo y me supieron a polvo de estrellas. Ricos como un sueño de algodón. Tú temblaste, y no dijiste nada. Así que te volví a besar. Esta vez, te apartaste de mí, sobresalta, y me dijiste:
—No ha sido buena idea.
Posteriormente, te escabulliste hacia la casa.
Yo sonreí, inmune al dolor. ¡Claro que había sido buena idea! Si no estuviera completamente seguro de que tarde o temprano te enamorarías de mí, no te habría besado. Es así de sencillo.
Y ahora que estás durmiendo entre mis brazos, comprendes que tenía razón.
¿Verdad?
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He de decir que cuando he comenzado a leerlo el relato no me prometía nada, pero conforme avanzaba me ha ido gustando más. Al final me ha gustado, de verdad. ¡Y la vida funciona de forma muy parecida!