Pequeño crimen.
- publicado el 10/09/2014
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Luz de esperanza
La noche se alzaba majestuosa sobre el pueblo de kaitong, la luz de la luna comenzó a tapar todo el pueblo bajo su luz blancuzca y pálida, en ese instante la seguridad del día había desaparecido, las almas empezaban a tomar su verdadera forma y aquellos que querían tomar las vidas de los demás preparaban su indumentaria tan cuidada y perfectamente pensada para camuflarse pero al mismo tiempo ser admirada por sus no tan inocentes victimas que aguardaban impacientemente desgarrar sus ataduras en una lucha inesperada, si Kaitong no era un lugar inseguro ni tampoco inhóspito al contrario era un lugar alegre, cálido y lleno de energía donde fuera que vallas, a excepción de la noche cuando esta llegaba todo eso se mantenía pero a un nuevo nivel, un nivel de horror y morbo y desesperación, la alegría era por el manchar sus manos de sangre y ver como sus enemigos caían despojados de su vida y visiones para un futuro mejor, la calidez de la sangre recién obtenida era algo excitante para ellos y la energía que se liberaba se distribuían muy bien para destrozar las extremidades de sus habitantes con fuerza y habilidad, las verdaderas intenciones de aquellas almas perdidas se desataban y corrían desesperadas por el pueblo buscando su alimento, su éxtasis, su único objetivo de vida, mientras los gritos y desagradables sonidos de desgarramientos y muerte sin igual inundaba el pacifico lugar un señor estaba recostado en la viga de su antigua casa, admirando la luna, tan bella e intrigante, causante de muchas cosas en el mundo, su manto de luz acariciaba su vieja y alargada cara mientras el frío viento movía en diferentes direcciones su liso y largo cabello al igual que movía bruscamente su traje, más bien era el uniforme antiguo de escuela que usaba cuando daba clases de historia, mucho antes de que las cosas se pusieran chungas, aquél sonido le recordaba incesantemente el reino de los cielos y las grandes catacumbas del Chaos World. Las grandes batallas que desprendían sangre y muertes por todos lados, el levantamiento del infierno sobre la tierra, la perdida de poderes todo eso le molestaba de sobremanera y lo aturdía pero nada lo aturdía más que dejar a Animus libre, vagando escondido, muy bien escondido por entre las sombras dejando muertes y angustias por todo Kaitong, no se podría perdonar eso nunca jamás en su infinita vida. Tomando una gran bocanada de aire el señor cerró sus ojos y dijo.
– Es hora de buscar aquella alma otra vez.
Se agachó y tomó una espada en la madre vieja y rechinante de esa antigua casa, luego con pasos lentos pero seguros se alejó de ese lugar y la luz de la luna se quedo allí, única testigo de el espectáculo que se llevo a cabo hace pocas horas, La sangre esparcidas por todos lados y los dos cuerpos sentados en las escaleras con cortadas en el pecho muy profundas dejando fluir la sangre que aquellos seres tanto anhelaban y requerían.
Allí se quedo la luz de la luna observando detalle a detalle la masacre nocturna de Kaitong y así sería por mucho tiempo…
- Luz de esperanza - 20/01/2013