Tres relojes rotos
- publicado el 11/02/2010
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El ave que no podía volar
En una finca familiar dotada de muchas hectáreas, una hermosa ave cuidaba a su cría en el nido, estaba a metro y medio de altura, quien en un momento de extremo cansancio, no había dormido en toda la noche, por el canto desafinado de su pequeño, se le resbalaron las patas, abrió el pico durmiéndose enseguida sobre la rama donde tenían su casa. El pequeñuelo al caer, primero gritó con todas sus fuerzas, agitando sus alas débilmente sin éxito alguno, era muy chico todavía. Ni su madre le vino a rescatar, ni tampoco pudo volar. Justo en ese momento iba pasando un precioso pavo quien amortiguó la caída del ave. -¿pero que haces muchacho?, casi me matas con este brusco golpe. –Disculpe señor no fue mi intención lastimarlo, es que no pude volar, por más que aletee mis alas, dijo el infante. –Ya paso hijo, me llamo pavo bello y tú ¿cómo te llamas?, preguntó. Mi madre me dice, Ave sin plumas, dijo el chico. –Oh que bien, un placer, mira muchacho no quiero decepcionarte, mas creo que no debieron ser tan irresponsables contigo, tu madre te arrojó por que no sirves, dijo Pavo Bello.
– ¿Por qué crees eso?, contestó sorprendido Ave sin plumas.
-Tú no eres un ave de su especie, respondió el Pavo Bello. –¿Tú crees?, dijo sorprendido el chico. –Si estoy completamente seguro, contestó Pavo Bello, extendiendo su colorido plumaje. –No puede ser, debe haber una equivocación.
–Ninguna muchacho, si acaso la tuya, déjame que voy a ayudarte.
Recorrieron pues un tramo, encontrándose con unos gansos, que iban en dirección al lago, un grupo de 10 en hileras, con sonidos fuertes que lo caracterizaban. Doña ganso regañaba a sus hijos: -Hasta cuando tendré que decirles que no pueden ir solos y desordenados mijos. Se acomodaron de menor a mayor, antes que el primero pusiera la pata en el agua, la interrumpieron. –Señora mamá Ganso, no quiero molestarla, espere usted un momento, dijo Pavo Bello. -¿En qué puedo serle útil señor Pavo Bello?. –Este jovencito, desea identificarse y seguir a un grupo que sea de su especie. –No es de los nuestros, no tiene patas diseñadas para flotar en el agua con plumas ligeras y hermosas, fíjese en mi pico, es de color amarillo el de él, es un poco más claro y mucho más pequeño, ni siquiera posee plumas, dijo arrogantemente mamá Ganso. –No es lo importante, lo que es fundamental es que pueda seguirla flotando en el lago, ¿no cree usted?, dijo Pavo Bello.
–Bueno, si usted insiste, por mí no hay problema, sin embargo dudo que este ave que parece más un ratón, pueda nadar, espetó mamá Ganso.
El Ave sin plumas, se colocó en el primer lugar de los gansos, al ser el más pequeño y al colocar la primera pata se hundió en el agua;
-Auxilioggg ayugdagme… -Le dije que no era de los nuestros, dijo mamá Ganso y en un santiamén procedió en su ayuda. –Aquí lo tiene, espero esté satisfecho y yéndose con sus hijos se retiró del lugar. -¿por qué no flotaste hijo?, preguntó Pavo Bello. –No lo sé, coloqué mi pata confiada en que flotaría sin dificultad y ya vio el resultado, dijo Ave sin plumas. –Umm que podremos hacer hijo, lo tuyo no es nadar, ah ya sé…
-¿A dónde me lleva ahora señor Pavo Bello?, dijo Ave sin plumas
-Usted confíe en mí y sígame, respondió Pavo Bello
Caminaron luego hacia un corral de gallinas, ellas empollaban los huevos, pronto serían madres orgullosas de nuevas crías.
-No pensará usted señor Pavo Bello, que soy bueno para empollar huevos, dijo Ave sin plumas.
-No seas tonto muchacho, ni que fueras gallina, no vinimos aquí para eso.
-Entonces, ¿no creerá que podré convertirme en un huevo para salir convertido en gallina y luego sí poder empollar los huevos?, la cara de Ave sin plumas mostraba gran preocupación, su desesperación aumentaba al no sentirse útil.
-Calla ya, polluelo bobo, estás bien impertinente, mira hacia el ramal arriba del gallinero, contestó Pavo Bello. Un gallo con plumas sobresalientes, elevado con altivez y orgullo por su función, entono su característico Kikiriki, Kikiriki, Kikiriki.
-Wao, que voz, quizás sirva para esto, es usted un genio señor Pavo Bello.
-Te dije no había por que preocuparse, subamos allá con Don Gallo.
Con ciertas dificultades, subieron al ramal, por la humedad de un tanque que surtía agua a los pasillos de los gallineros, ocasionando que el joven muchacho resbalara, águila sin plumas aleteo nuevamente, y nada que volaba. El señor Don Gallo reía sin parar, le acompañó Pavo Bello.
-¿Y este muchacho? Dijo Don Gallo burlándose, como si recriminándolo se hiciese superior a cualquier ave.
-Dele una oportunidad, ayudémosle a servir, comento Pavo Bello.
Luego al subir entre ambos fácilmente a Ave sin plumas, Don Gallo comenzó su clase: -Has de elevar bien el pecho, llenándolo de aire así como yo, aparte de que te dará una apariencia de ave educada y útil, te permite hacer el canto sin titubeos ni dudas, la seguridad e intensidad que te seguirán, ganará la admiración de quienes te oigan y vean. Extenderás el pico de esta manera y abriéndolo al máximo, comienzas a cantar lo más fuerte que puedas, Kikiriki, kikiriki, kikiriki.
El joven Ave sin plumas, se colocó en la misma posición que su mentor, abriendo al máximo su pico, gritó con mucha fuerza: Eeeegh eegh.
-Es Kikirikiiii, hijo oye bien, kiiiiikiiiiriiiikiiii, dijo don Gallo.
Otra vez imitó la postura perfecta del gallo, todas las gallinas hicieron silencio para observar, al pequeño sin plumas, que aunque feo, su posición indicaba la autoestima y seguridad de un excelente gallo, nadie dudo que podría hacerlo tan bien como don Gallo hasta que abrió la boca: -Eeegh, eehg, eeegh, solo atinó con el pico abierto como si una patilla tuviese en ella.
-Este muchacho es un desastre señor Pavo Bello, lléveselo de aquí, no sirve como gallo, ni hoy ni nunca, gritó enojado don Gallo.
-Vente hijo, no eres bien recibido en este lugar, profirió entristecido Pavo Bello.
Cabisbajo caminaba Ave sin plumas, ni siquiera sabía que hacer, o a donde se dirigía en esta ocasión, si es que había donde más acudir.
-Lo intentaremos otra vez Ave sin plumas, iremos donde un buen amigo mío, dijo Pavo Bello.
Llegaron a un corral grande, Ave sin pluma quedo impresionado al notar aves tan gigantes, era el señor Avestruz, su figura era imponente, se veía capaz de enfrentar sin temor cualquier ave que se le atravesase en su camino.
-Señor avestruz viejo amigo, vine a pedirte un gran favor, que me ayudes con este chico no identificado, expresó Pavo Bello.
-¿con gusto en que podemos servirte pequeño amiguito? Dijo con voz imponente el avestruz. Su mirada era seria, aunque amable, sin embargo Ave sin pluma, no salía de su asombro, no podía decir palabra alguna, parecía en estado de shock.
-Ah ya entiendo Pavo Bello, el pequeño es mudo, espetó el señor Avestruz.
-No, no es mudo, no se por que no habla, dijo Pavo Bello.
-Entonces es tonto, por eso no dice nada, mira no puedo ayudarte con tontos, más fácil sería si fuese mudo e inteligente, protestó Avestruz impacientado.
-Ave sin plumas, hazme el favor de decir una palabra, no seas grosero con mi amigo, desea ayudarte, dijo levantando con arrogancia sus colores Pavo Bello.
Como Ave sin plumas seguía en silencio, Pavo Bello le pellizcó una de sus pocas plumas recién florecidas en su piel.
-Ayy ayyy, me estás lastimando, suelta mis pocas plumas que me dejaras calvo, gritó Ave sin plumas.
-¿Ahora si hablas?, exponle tu caso al señor Avestruz, que tiene cosas que hacer.
-Es que me asustó, usted es muy alto y se ve fuerte, jamás vi un ave como tú, dijo Ave sin plumas. Además, si me hubiese explicado Pavo Bello, tal vez no me habría puesto nervioso, soy aun un niño, deben entenderme.
-No te culpo muchacho, pero lo extraño es que aun yo cuando me asusto, me escondo ocultándome en un agujero, así no me ven, diòsele el ejemplo haciéndolo el señor Avestruz.
-Pavo Bello, solo se le oculta la cabeza, aun se le ve todo el cuerpo, dijo Ave sin pluma.
-No le digas nada, e imítalo, si le caes bien quizás te adopte y puedas ser tan grande como él, uno no sabe hijo, las vueltas que da la vida, expresó Pavo Bello.
Ave sin plumas se acercó a un hueco cerca del señor Avestruz, y al tratar de esconder la cabeza, se fue con todo y cuerpo, cayendo por completo.
-Ayúdelo señor Avestruz, hay que sacarlo de allí, dijo desesperado Pavo Bello.
Al ayudarle el señor Avestruz, dijo: No eres un ave de las nuestras, ningún avestruz que conozco es tan pequeño, que no puede salir de su abertura.
-Dale una oportunidad amigo, no seas tan duro con él, mira que es aún un niño, dijo Pavo Bello, agazapando su acordeón de colores, fingiendo compasión.
-No puedo ser tan cruel, le daré una última oportunidad, debes correr de aquí a la puerta del corral con todas tus fuerzas, cuando te de la señal, ¿has comprendido hijo?
-¿cuál es la señal señor Avestruz?, preguntó el pequeño Ave sin plumas.
El avestruz estiró una pata y escondió su cabeza en el agujero, volviéndose a reincorporar, ésta será la señal, le dijo.
Ave sin plumas se situó en la zona de partida y antes que el señor Avestruz diera la señal, comenzó a correr. No le detuvo, era tan lento y frágil, que para no aumentar su pena, le paso por alto esa pequeña trampa, que debió haberle dado ventaja, pero no lo hizo. No llegó ni a un metro siquiera, cuando agotado, se dejó descansar en la tierra. –Definitivamente esta ave no es de las nuestras, no puedo ayudarles aunque quiera, es inútil, dijo el señor Avestruz. -¿qué tal lo hice?, preguntó animado Ave sin plumas a Pavo Bello, que le contestó: -No estuvo tan mal hijo, pero no es lo tuyo, sigamos buscando. Prosiguieron su camino, mientras Pavo Bello, pensaba en otras alternativas. –Umm, quizás si lo llevo donde el maestro don Pato le sea de alguna utilidad. Fueron a otro corral el de los patos, el maestro don Pato, daba una clase magistral como la conocían en su comunidad.
-Un, dos, tres, pasos estilizados muchachos, con clase, de esta manera, las chicas estarán a sus pies dijo el maestro don Pato. –Maestro don Pato, quisiera inscribir mi sobrino en su academia, expresó Pavo Bello. -¿quién? ¿Ese?, manifestó sorprendido el maestro. – ¿Sí, acaso tiene algo malo?, dijo Pavo Bello. –No, solo que no se parece en nada usted, incluso me atrevo a afirmar que no es ni de su especie ni de la mía, mire sus patas, su pico y las pocas plumas que acompañan su cuerpo, búsquele otro oficio. –Puedo al menos intentarlo, un oficio menos de los que he…, la pata del pavo le cerró el pico a Ave sin plumas. –Calla muchacho, lo vas a arruinar, le dijo a la oreja Pavo Bello al chico.
-Me gusta el entusiasmo del joven, tráelo acá, para la prueba de ingreso, y ustedes patos, dejen la miradera, que ya el pico lo traen abierto y babean sigan con los ejercicios, vamos, uno, dos, tres. Y tú muchachito, da estos pasos lo mejor que puedas, obsérvame, uno, dos, tres, maestro don Pato, movía las patas con la mayor elegancia que se había visto en el corral, Ave sin plumas no dejaba de mirarlo con absoluta admiración. Se colocó, en la posición inicial y al dar el primer paso, lo hizo con exquisita precisión, al dar el segundo, la doblez característica lo desequilibró, cayendo sentado sobre el suelo de la pista.
Una vez más, dijo maestro don Pato, el primer paso, fue excelente y tu posición la mejor que he visto en mi vida, inténtalo nuevamente, uno, dos, tres. El joven se puso en la posición de arranque y dio el primer paso con suma maestría.-Lo logrará, creo en él, dijo el maestro don Pato a Pavo Bello. Sin embargo el chiquillo, volvió el cuerpo sobre la tierra. –No te desanimes, Ave sin plumas, insiste, uno, dos tres, atinó maestro don Pato. Y cayó, lo intentaron otra vez, volviendo a caer. Transcurrieron dos horas y Ave sin plumas había caído, 451 veces. –No sirve para esto maestro, indicó Pavo Bello. –Lastimosamente, sería mi mejor prodigio si diese los otros pasos, manifestó desilusionado el maestro don Pato.
Ya el Ave sin plumas, poseía mayor plumaje, eran hermosas, había además en esos días crecido un poco, Pavo Bello le dijo: -¿Por qué no intentamos otra cosa hoy?. –Ando cansado de insistir sin lograr nada, expresó con voz débil, Ave sin plumas. –No te desanimes hijo, jamás te canses de intentar alcanzar lo que quieras, ya que te salieron plumas, trata de hacer lo que hago yo, dijo Pavo Bello y extendiendo sus plumas coloreadas, iba enseñándole la técnica. –Te he tomado mucho cariño en este tiempo, podría adoptarte si lo haces, inténtalo, para que seas aceptado como de mi especie, manifestó Pavo Bello.
Ave sin plumas, trató de extender de igual forma sus alas, pero por más que insistiese no se colocaban como las de su mentor.
Ya habían pasado varios días más, y todo lo que intentaban era infructuoso, por lo cual, Ave sin plumas se sentó sobre una roca, y como un bebe que extraña su madre comenzó a llorar profusamente. –Cálmate hijo, no llores que me partes el corazón, aun puedes lograr tu identidad, atinó consoladoramente Pavo Bello. –Vamos a retornar al árbol de donde te caíste. Probablemente consigamos la respuesta donde se originó todo, le afirmó Pavo Bello con entusiasmo, tanto fue su emoción que su alumno, dejo de llorar y se reincorporó para continuar.
Fueron pasando a la inversa por cada uno de los lugares al regresarse, primero por la academia de maestro pato, el corral del señor Avestruz, el corral de gallinas y el lago de los gansos, cada uno le traía recuerdos amargos de derrota, a nuestro pequeño protagonista. Se sentía desanimado, fracasado, su respiración era débil, al igual que sus lentos pasos.
Al llegar a cien metros del árbol, un ave grande y perfecta, volaba por los aires, le miró y descendió hacia él. –Hijo Ave sin plumas, que alegría, te he buscado desde hace días mi pequeño, expresó su madre, se le brotaban solas las lágrimas, le extendió sus alas abrazándolo, dándole besos. –Mamá pensé que no me querías y me habías abandonado, dijo Ave sin plumas. –Jamás lo haré hijo, siempre te voy a querer, debes venir conmigo, te enseñaré la fuerza de tu poderío ya que has crecido y te han salido plumas.
Pavo bello quedo estupefacto, la mamá de Ave sin plumas, era grandiosa. Volaba como la mejor de todas las aves, pareciese que el vuelo lo invento ella.
-¿Quién es tu amigo?, preguntó mamá ave.
-Señora soy Pavo Bello, he tratado de conseguir junto a su hijo, la misión de su vida, no sabe todo lo que hemos pasado.
-Yo le enseñaré su misión de vida hoy, contestó la mamá ave.
-¿Puedo ir con ustedes?, dijo Pavo bello. –Sí, mami, él ha estado conmigo, permítele que venga con nosotros. –No tengo ningún problema hijo, venga señor Pavo bello, súbase a mi espalda. Mamá ave cogió a su hijo con el pico y voló hasta lo más alto de unas elevadas montañas. Apenas llegaron, Pavo Bello pisó tierra y mamá ave arrojo al vacío a su hijo. –Ayudameee maaamaaaaa, gritaba Ave sin plumas. –Usted es una mala madre, es una manera cruel de librarse de una pobre ave, me lo hubiese dejado a mí, lo habría criado como mi propio hijo. Mamá ave ni le escuchó andaba atenta a la altura donde iba su hijo, descendió rápidamente hacia él sin agarrarlo, atenta a sus movimientos.
Ave si pluma, al ver que nadie lo salvaría, agitó con todas sus fuerzas y ansias de vivir sus alas, lo intentó sin desfallecer. Mientras arriba en la montaña, Pavo bello lloraba, ¿por qué permití esto?, no hice nada por impedirlo, se decía sintiéndose culpable, como el peor de los pavos que existen en la faz de la tierra.
Cuando le quedaba poco a Ave sin plumas para caer sobre las rocas y destruirse, logró elevarse en las alturas, al girar, notó que su madre estaba debajo de él, dispuesta a salvarle la vida, sino lo lograba, pero no se había dejado ver.
-Mami mira, estoy volando, es increíble, al fin, vuelo, vueeloooo.
Su madre sentía la más grande satisfacción, su hijo ya era un águila poderoso, subieron hasta la punta de la montaña, donde se hallaba Pavo Bello, quienes al verlos juntos a salvo, se le convirtieron las lágrimas en una amplia sonrisa. Ave sin plumas volaba, como águila descubriendo su misión de vida, amo y señor de las alturas, el emperador del vuelo.
Reflexión y Motivación
Observamos en esta sencilla pero hermosa fábula, un error de la madre, que es el ser que más ama a sus hijos, casi le cuesta la vida a nuestro protagonista. El cansancio la agobiaba, probablemente era una madre soltera, no se ha demarcado o hablado nada acerca de su padre.
Pavo bello le salva sin querer la vida, al servirle de acolchado, y formula el primer juicio errado acerca de la madre del joven, mamá ave.
Este debido a su ingenuidad le cree, siguiendo con él, para tratar de conseguir su misión de vida. Estimado lector, eres tú, quien define lo que debe hacer, no es tu amigo, hermano, o inclusive, ni siquiera tus padres. Si has decidido ser cantante por ejemplo, lucha con todas tus fuerzas para lograrlo, estudia música, calidad interpretativa, preséntate a diversos lugares una vez tengas la suficiente preparación y sé feliz con lo que haces, nadie puede ni debe determinar esto por ti. Cuantas personas no vemos que van titubeando como Ave sin pluma, en el camino de la vida, se dejan llevar como las olas del mar, de un lado a otro, cualquier persona le da una opinión y es suficiente para desanimarle y cambiar el rumbo de su misión de vida. No permitas eso jamás, es tu absoluta responsabilidad lograr tus sueños, a nadie puedes culpar. La manera en que puedes refutar, e impedir que los comentarios de las demás personas no te desvíen, ni siquiera es buscando los comentarios de los otros para revalidar los tuyos, aunque pareciera la solución. Y te digo que no la es, por que, suponte que otro grupo de familiares si crea en ti y te de ánimo, lo cual sería perfecto, cuando llegues a otro grupo que no lo haga te desanimarás, no le des ese poder a tu entorno, el poder lo tienes tú. Todos los días, reafirma tus pensamientos, por medio de frases positivas y constructivas, si lo puedo alcanzar, tengo habilidades, nada me detendrá por que Dios está conmigo.
Repite estos pensamientos, día y noche, a cada momento, esto es lo que denominamos reprogramación mental. Bien es sabido que cuando una computadora posee un sistema ambiguo, el informático, le coloca uno más actualizado con características avanzadas que se adaptan a la actualidad, sino le gusta un programa o software, simplemente lo reemplaza por otro de su agrado. Si eso lo hacemos con un equipo tan sencillo en complejidad, comparándolo con nuestro maravilloso sistema humano, ¿por qué no cambiamos los pensamientos que nos llevan rumbo hacia el fracaso?, ese estado que nos hace sentir peor, que no somos lo que deseamos ser, que hacemos lo que detestamos y por ende, al no dedicarle la energía necesaria (plano energético la base de todo), no lo realizamos bien, obteniendo resultados mediocres, pagos mediocres y vidas mediocres, por muy duro que pueda sonar.
Haz de levantarte, de seguir lo que tu corazón e interno te indiquen, sin mirar atrás. La misma esposa de Lot al voltear atrás, quedó convertida en una estatua de sal, sí, por la desobediencia dirán los teólogos, no estoy en desacuerdo totalmente, sin embargo, lo importante fue su intención, al ver atrás, su corazón deseaba quedarse en la mediocridad que conformaba su vida. Persona que quiera quedarse en un estado de conformismo y desidia, estará aun peor que ella, un muerto viviente, que padece la consecuencia desagradable de sus malas decisiones y acciones. Sí, amigo David, es fácil decirlo, cuando la culpa fue de la madre, fue ella quien se equivocó, dirán algunos haciendo referencia a la fábula, “en mi caso es el jefe de mi empresa”, “mi esposa en el hogar”, “la suegra que se vino de vacaciones”, “el gato que se roba la comida”, “el vecino que me espichó los cauchos del auto”, etc etc etc y más etc. No voy a negar que todos los que habitamos el planeta, somos responsables de muchas cosas, de las cuales, también padecen los inocentes, pero echándole la culpa a los demás y a las circunstancias, solo te limitas. ¿Has visto las personas pesimistas en exceso?, yo no soy pesimista soy realista, dicen la mayoría, soy un buen esposo, la atiendo con amor, soy detallista, fiel, responsable con los gastos de la casa, y bla bla bla y más bla. Uno los oye y suele aburrirse más que loro sin poder hablar. Son excelentes haciéndose las víctimas y permitiéndole a las circunstancias y semejantes, que definan lo que van a alcanzar. -Oye Carlos, tu madre tiene razón, no serás un buen pianista, ya eres muy viejo, dijo su padre. Carlos le creyó a su padre y madre, y no logró ser el excelente músico que podía ser. ¿De quién es la culpa?, ¿de sus padres que no creyeron en él? O de él que no creía en sí mismo y prefirió tomar la excusa de los pensamientos de sus progenitores, para caer en un estado de confort, de comodidad y desidia, que lo llevasen a vivir una vida miserable.
Todo ser humano que viva una vida donde no es feliz, haciendo lo que no le gusta, ganando lo que no merece y casándose con quien no quiere, es un ser desdichado, por que él o ella misma lo decidieron así.
Sin embargo, nada está asentado radicalmente, si decides cambiar tu vida, aun estás a tiempo de hacerlo, no por que lo diga yo, sino por que has decidido creer en ti y darte las oportunidades que hagan falta, para aprender, crecer, mejorar e insistir las veces que sean necesarias, alcanzando la misión de tu vida, es tu responsabilidad, no mía, no del orientador, pastor, sacerdote, padre, tío, familiares o amigos. Y no afirmo que sea sencillo, quizás te ocurra como a Ave sin plumas, que sientas que todos te lanzaron a un precipicio queriendo ver como es asesinado tu sueño, pero siente como si fueses a morir tú con él, y aletea con todas las fuerzas de que seas capaz, lograrás volar en las alturas y llegar tan alto como lo desees, nunca lo olvides.
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