Prometido para sí
- publicado el 12/11/2015
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Punto Limpio
Cómo de caprichosa es la naturaleza, cómo de perspicaz es el vocabulario, cómo son de sutiles las palabras que mal utilizamos.
Llevamos al punto limpio toda nuestra basura, todo lo que no queremos ya, todos nuestros desechos y todo lo que pretendemos dejar atrás. Sin ni si quiera valorar la felicidad nueva que aportamos a quiénes lo van a reutilizar.
Ellos que le van a dar una segunda vida. Ellos que lo reciben con una sonrisa. Ellos que valoran hasta lo más banal como puede ser una mochila. Que van a volver a llenar de ilusiones, que van a volver a llenar de esperanza, que van a volver a llenar de alegría, como supuestamente hiciste tu cuando te sorprendieron con una simple, maravillosa y perfecta mochila.
Hoy lo dejas atrás. Hoy ya no la quieres más, hoy lo llevaste al punto limpio para no verlo más. Para dejar paso a cosas nuevas, para dejar espacio a sentimientos nuevos, para oler a nuevo, para sentir de nuevo que el presente es tu punto limpio de partida, para no tener apegos y bultos innecesarios en la mochila, en tu casa y en la de tus padres, ya sea dicho de paso, porque tenemos la tonta costumbre de acumular, de guardar, del por si y del y si.
Cuando lo más bonito es lo sencillo, lo útil y lo básico, pero ya sé que nadie o muy pocos, de los que visitan el punto limpio, viven sólo con eso. Que también está bien, pero está mejor aun cuando sabemos dejar paso a todo lo bueno y nuevo sin aferrarnos a lo antiguo, viejo (que no descuidado) y en desuso que tenemos guardado, apilado en cajas, armarios y desvanes, que viajan de casa en casa, hasta de país, sin darle utilidad más que ocupar espacio y lo triste es que a veces, es por simple y vaga pereza.
El punto limpio, ya entendí, por qué se llama así y es que aunque unos tiren su basura allí. Otros encuentran su oportunidad allí, porque para ellos y para nosotros, para todos, es nuestro punto limpio de partida, es donde unos dan carpetazo y otros sonríen sin descanso. Es donde una puerta se cierra y otra se abre. Es donde los sueños se hacen realidad. Donde limpiamos nuestros recuerdos y regalamos felicidad.
Es un lugar lleno de anécdotas, quién las pudiera contar. Es un punto donde la bondad limpia se desprende de la necesidad, se llena de gratitud y muestra el lado más humano de la persona que decide limpiar su pasado para vivir su presente sin exceso de carga en su futuro. Es, sin más preámbulo, el punto limpio de la felicidad.