El mago.

Alzó su mano derecha y mil estrellas de cien constelaciones giraron a gran velocidad provocando que las hadas  se quedaran hipnotizadas mientras las esporas de sus alas caían en la jarra.

De su mano izquierda brotó una llamarada que mantendría vivo el calor de la chimenea varios días más.

Mientras tanto, su ayudante elfo removía la mezcla de esencias del bosque que serviría como base para crear la energía que daría vida al gólem encargado por el alcalde.

Minutos más tarde recibió una orden de parte de su reina: “Deja de jugar y lávate las manos que vamos a cenar”.

TONI COLOM SANCHEZ
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