Fuego se acuesta conmigo.
- publicado el 22/10/2012
-
El reloj de sol
Cada atardecer la estatua del soldado la observaba leer en el jardín. Durante unos minutos proyectaba su sombra para acariciarla. Se deslizaba por su cuerpo, despacio; después el tiempo se la arrebataba de nuevo. Nadie percibió nunca cómo caían sus lágrimas pétreas los días nublados.
Últimas entradas de Antartica (ver todo)
- El reloj de sol - 21/01/2014