EN EL CREPÚSCULO
- publicado el 16/02/2014
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BAJO LA DUNA DE TU PIEL DESNUDA
Busco tu vientre con mi lengua ansiosa
que arde al atinar un botón abierto.
Una prenda blanca pura presiento
al resbalar tu falda vaporosa.
La lencería asoma pudorosa,
mientras mi corazón palpita incierto.
Y bajo ella, tras duna de desierto,
florece una flor que se antoja hermosa.
Entonces, ardiente, mi ser se arroja
sobre tu piel desnuda. Te penetro.
Ya dentro de ti, mi tez se sonroja.
Y tú susurras cual viento de enero,
“no pares, que no se rinda ni encoja,
eso que con gran ansia te impetro”.
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