Y SE ACUERDA MUCHO DE EL...
- publicado el 17/09/2015
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Volví una tarde nubladadespués de muchos inviernos,salté las rejas de aceroque custodiaban la casa;parecía abandonada,el ingreso estaba intacto,con las pinos que plantamos;los eucaliptus silbabany la brisa susurrabanuestra canción del verano.
Nada estaba como entonces,hallé la puerta trabada,me asomé por la ventanaque alguna vez tuvo floresy cortinas de colores;la rompí con un ladrillo,entré sin pedir permisoy en el jardín de la entradadejé mi vieja nostalgiaesperando como un niño.
Para encontrar el pasilloabrí todas las persianas,la luz entró avergonzaday se arrastró por el piso;como un tesoro escondidoresplandecía la sala,por años deshabitaday los revoques en ruinaparecían las heridasque el rencor deja en el alma.
Como olvidados testigosencontré nuestros retratos,las ratas dentro del pianoy nuestros pálidos libros,la arrogancia y el olvidotirados sobre la alfombra;el fuego arrojó su sombrasobre el sofá tantas nochesfrente al hogar donde entoncesdegustábamos las horas.
En un cajón del armariodesempolvé un par de cartascuya existencia ignorabacomo ignoran los tiranos;corrí temblando hacia el patio,busqué la fuente que hicimos,la que bañaba el rocío,me vi en su pobre reflejo;mi corazón tan enfermovolvió a escuchar sus latidos.
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