Crónicas de un despertar 1/3: Desnudo.

Crónicas de un despertar:

1/3: Desnudo.

Desnudo… no en cuerpo, si no en alma. Nada que ver con los cuerpos escultura/escombro que poseemos. Nada que ver con la gran pila de inmundicia que forman las mentiras tejidas a modo de corpiño ceñido hasta más allá de toda posibilidad. Os hablo de estar desnudo de tal forma que tu vida pueda ser susurrada al viento y este no pronuncie falsedad alguna al narrarla a otros.

Esa desnudez teñida con escritos de rimas rimbombantes, versos incomprensibles y rallas de tinta azulada que silencian aquellos que dejan ver demasiado. Hablar de desnudez es hablar de vulnerabilidad, de escarnio y de acusaciones moralistas de dudosa procedencia. Al menos, en el caso de la desnudez física. En el caso de la desnudez mental se trata de algún tipo de demencia o mentira. urdida para dar una sensación de falsa libertad al bobo que ose creerte.

Y es por eso que antes incluso de abandonar aquellos últimos retazos de vago e ininteligible sueño, nos pertrechamos con cota de malla de duros pensamientos y colocamos en nuestra inflada cabeza un oscuro yelmo que no deja ver nuestros ojos suplicantes de pena y ansia… Nos colgamos las espadas de la indiferencia y el sarcasmo, el escudo del rechazo y por si acaso, desenvainamos la daga de la infamia empapada con el veneno de la traición.

Es entonces, y solo entonces, cuando nos arrojamos a las fauces de un dragón mecánico abotargado de tumores malignos que nos empozoñan en un grado a un mayor. Y es en ese momento cuando nos arrojamos al ´´día a día« en busca de un futuro mejor para nosotros y nuestros allegados… y al resto? que pasa con todos los demás? -No es asunto mío- es la mejor de las respuestas en este caso.

Por esas palabras comenzamos la eterna cadena del egoísmo que nutre al feto hiperdesarrollado, tumefacto e idiota que es nuestra sociedad. Eso claro está, si podemos llamarla así. Yo nos defino como un colectivo individualista inhumano. Colectivo porque somos muchos, Individualista porque casi nadie mira por los demás de forma desinteresada e inhumano porque el término Humano es ahora un ideal vacuo y obsoleto que ha sido modificado de tal manera que apenas resta un colgajo de lo que eramos en un principio.

De esta guisa no tenemos tiempo a darnos cuenta de como nuestra armadura se enquista y se clava en la piel, generando más daño del que supuestamente protege… Entonces nos lamentamos de por qué va mal el mundo y nos hundimos de nuevo en el mar de la monotonía gris y lo olvidamos. Olvidamos todo el daño que hemos causado pues nosotros también sufrimos y es necesario para llegar ´´a lo más alto«.

Por eso casi todos llevamos armaduras.

Yo se bien lo que es llevar una armadura durante años. Mi pericia como herrero de ilusiones era legendaria: Una impenetrable coraza de indiferencia adornada con runas de desgracia y oscuridad. El yelmo de la indiferencia soldado a la propia cabeza y una hiriente espada de terrible sarcasmo untada con veneno de la más pura envidia.

La magia de la manipulación no era desconocida para mí. Disfrutaba de enfrentar a dos individuos y gozar con su duelo de gladiadores escolar… AVE CÉSAR! LOS PEONES TE SALUDAN!. Era mi gran satisfacción personal el entrar en juegos de poder, por muy insignificantes que estos resultaran, para mí era pura vida.

En estas circunstancias querido lector, podrás adivinar el inmenso vacío que me corroía por dentro. Era una armadura de gran calidad, donde no podía entrar nada… Ni siquiera la luz. Estaba vacío, todo era gris, apenas reconocía sentimientos de afecto y un gran trozo de hielo se instaló en mi corazón… Un gran trozo de hielo al que llamaremos Depresión. Cada día era un suplicio, pues el peso de semejante armadura me obligaba a caminar con la cabeza gacha y a evitar el contacto visual. El vacío se leía en mis ojos y yo me apagaba lentamente… Pronto llegó la niebla de la duda y la salida más sencilla era la muerte… Dejaré que te imagines tu el resto.

Pero como dice el refrán, no hay mal que cien años dure. Y es cierto, conseguí salir del pozo gracias a una sincronicidad que cambió mi vida para siempre. Pero por algún motivo, a pesar de la luz que entraba por las rendijas de mi armadura, no era suficiente. Me moría por dentro, la felicidad era terriblemente efímera, tanto, que apenas cabía vislumbrarla cuando,traviesa, aliviaba mi corazón… Algo fallaba en todo aquel nuevo problema que se me venía a plantear… pero no daba con el qué por mucho que me esforzara.

La respuesta llegó como siempre llega. Con el fluir de las cosas. No cuando tu la deseas, de todas formas, en mi desesperación se presentó como una flecha de luz clavada en donde se suponía que tenía el corazón. El problema a mi dolor era la armadura. La dura y terrible armadura que me hacía caminar con la cabeza gacha y las manos en los bolsillos, la oscura y horrenda coraza que me aprisionaba. No había cambiado en absoluto, simplemente, había conseguido abrir la visera para que entrase la luz en mi ser interior… pero no era suficiente, no notaba el sol, ni siquiera la escala de grises había desaparecido. Comprendí en aquel momento que apenas había cambiado… seguía prisionero. Pero no de la vida, si no de mi mismo.

Entonces comencé una elaborada terapia para deshacerme de todo lo que me impedía quitarme la armadura. Que en aquel momento, a mi juicio, se trataba de mi afición de mentir de forma sistemática. Consideraba que aquella armadura poseía unos tornillos remachados en mentiras, y que, si lograba desenroscarlos, la maldita prisión cedería por su propio peso. Obviamente, no funcionó.

En primer lugar, al blandir la mentira como estandarte, carta de presentación y fachada exterior. La gente se había acostumbrado a tratar con un ser embustero y malicioso. Y no les faltaba razón, así era yo. Por tanto, mi conversión fue un completo fracaso al tener que volver a adoptar la misma actitud, víctima de un ingente empacho de realidad y promesas pendientes.

El universo continuó fluyendo…

Mi armadura se encontraba presente en todo momento. Se encontraba presente cuando me declaré por vez primera a una chica (Perdóname) y fue artífice del desastroso resultado. Y a raíz de eso, durante tres maravillosos meses, tuve el privilegio de conocer a una persona con mi misma dolencia. Ella también portaba una armadura y uno al otro nos la fuimos quitando cachito a cachito. Yo la entendía a ella y ella me entendía mí… eso bastaba… y respecto al mundo, podía estallar en mil pedazos que a mí me importaría tanto como el resultado del último Madrid-Barça (Detesto el fútbol). Vivíamos en una esfera de sueños futuros y dragones hechos de versos dedicados… entelequias de una mente que practica el olvido total a todo lo que no quepa en su burbuja… Y claro, como os imaginareis, las cosas se jodieron.

No fue culpa suya, eso que quede claro, todo lo contrario, la culpa fue solo mía y de mi debilidad mental. A pesar de haber sustituido la armadura por una burbuja, la primera no se había marchado… No, yacía olvidada en un rincón a la espera de una oportunidad. Esa oportunidad aconteció con el fallecimiento de mi abuela (Que en paz descanse), momento en el que enloquecí. Momento en que mi fiel armadura se levantó revivida por una energía oscura que brotó de mí como si de un yacimiento de crudo se tratase. Esta vez no se colocó en mí, nos fundimos en uno y la burbuja estalló, arrojando a su dueña con una funesta conversación que no citaré…

Los meses siguientes fueron irreales, nada podía compararse a aquel vacío que me carcomía por dentro. Recuerdo en la feria medieval de mi localidad, detenerme durante casi una hora ante una calavera de cerámica y preguntarme que diferencia había entre ella y yo… ambos eramos vacío… simples marionetas en un escenario en el que el público se había ido ya a casa. Fueron días negros, días de amor turbio y de escapismo desesperado hacia otras dimensiones… y en concreto hacia una esfera de pensamiento que latía en mi mente: La Psicodelia.

Calificar de buena o mala mi primera experiencia sería erróneo. Simplemente fue, sin más… Caos y locura fueron los promotores del tour… pero ni bien ni mal… Psicodelia. Simplemente.

Esta etapa fue el fin…

El fin de la armadura, quiero decir.

En mí estalló un huracán que no me atrevo a definir de forma alguna, todas las emociones reprimidas que tuve en mi vida estallaron en una vorágine de energía y luz infinitas. La armadura se desprendió y se oxidó en el acto, quedando destrozada e inservible. El viento se incrementó y salí despedido a dimensiones ocultas para muchos seres humanos. Lo que vi y aprendí me ha marcado hasta el día de hoy y seguirá haciéndolo hasta que me muera. El viento me dio las alas que durante tanto tiempo la vida me había negado. La verdad surgió de los rincones de un ser que estalló en pura luz y energía a su alrededor… En su seno latía una fuerza desconocida que antaño había caracterizado mi ser: La empatía.

Durante este verano viajé en el viento psicodélico que me transportó a sitios y situaciones inimaginables. Todo lo que pudiese saber se deshizo en miserables cenizas y comprendí una antigua frase que decía:

Un día, la anciana sabia escribió todo lo que sabía en un libro. Cuando las hojas se tornaron negras, tomó tinta blanca y comenzó de nuevo.

Yo entendí que no sabía nada, y que en esta vida estaba para aprender acerca de todo, pero que me marcharía tal y como vine, sin saber nada en absoluto. Por ello, yo, cuyo mayor tesoro siempre habían sido sus conocimientos superiores, me sentí despojado.de toda razón de egoísmo o vanidad. Para qué? no es necesario humillar a nadie.

Pero todo tiene su contra, en mi caso, la alienación con los ideales sociales. Mi propia familia mostraba una preocupación comprensible (Pues yo les había informado de mi tendencia de forma poco acertada, ya lo he dicho antes, la verdad estalló en mí de forma total, para bien o para mal.). Quizás volaba demasiado alto, quizás me encontraba al borde de no poder aterrizar… quien sabe.

El verano finalizó y mis ansias psicodélicas con el. Hubo un par de recaídas pero a día de hoy me mantengo limpio de psicodelicos. Pues son medicinas y han cumplido su función en mí. Me han curado.

Pero claro, si ya no tengo armadura, como avanzo por la vida? una difícil cuestión que no tardó en planteárseme al aterrizar en la tierra. Yo había cambiado de sobremanera, pero la sociedad era idéntica, el mismo monstruo devorador de los débiles y los diferentes. Nada había cambiado en ella. Pero yo era otro, el miedo había huido de mí, al igual que la envidia y el rencor… Por primera vez en mi vida, era libre.

Los embates de la sociedad no me pillaron por sorpresa… sin embargo, un razonamiento fruto tanto del huracán y de la terapia de Reiki usada para acolchar el proceso, surgió en mí.

Be water, my friend.

Puede parecer estúpido, puede parecer soso, místico o incluso loco. Pero me atrevo a afirmar que es cierto. Porque… que es el ser humano si no agua y luz? Somos agua, aunque vestimos armaduras provenientes de la roca, somos agua… Y que hace el agua si está quieta mucho tiempo? Se estanca, se pudre y se corrompe de suciedad. El agua fluye libre y eterna, pues es lo que nos da la vida junto con la luz… Por ello, tomé la decisión de ser agua… y eso requiere ser transparente, fluido y puro.

Por ello tomé la decisión de vivir sin secreto alguno, mostrando al mundo cualquier cosa que desee ver en mí. Vivo desnudo, sin nada que ocultar, fluyendo con el universo en paz y armonía. Mis secretos, mi vida, mi pasado, mis pasiones, mis deseos, mis fetiches, mis errores… todo está a la vista…

Y si hacemos caso a la sociedad de secretos en la que vivimos. Esto es una aberración, la privacidad es uno de los mayores lujos de los que podemos disfrutar en este mundo en el que vivimos… renunciar a ella es… inhumano? demencial? sectario? absurdo? incorrecto? extremista? horrendo? vergonzoso? malsano? egocéntrico?…

Sois libres de pensar lo que querais, en mi caso solo puedo decir que nunca me he sentido mejor, ni más libre en toda mi vida. No tengo nada que ocultar, ni nada que lamentar, ahora camino con una meta clara y no tengo equipaje alguno que portar.

ABRAZO ENTRE CUERVOS.

Animal Banir
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