Lejana
- publicado el 14/01/2014
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Mirando a la niebla
Para no conocernos de nada las cosas eran increíblemente sencillas. Sus ojos brillaban tanto como para olvidar mi miopía. Mientras, mi boca se sonreía al mirarla y escucharla. Ninguno teníamos la vida hecha y era maravilloso, porque no importaba; no había proyecto, no éramos medios, no éramos un “vale por un futuro mejor”. Éramos un presente lleno de significado, dos identidades translucidas que se habían avistado en la niebla y que disfrutaban tirando piedrecitas en la oscuridad del otro, calculando la profundidad de la caída, experimentando el misterio del otro sin inocencia ¿Para qué perder el tiempo si ninguno de los dos quería esconderse? Aunque… Eso no quitaba que explorarse era un placer tremendamente divertido.
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