Inmortal.

Al abrir los ojos, confirmó satisfecho su logro; había traspasado su consciencia a un ordenador. Era inmortal. Pero tras saborear el triunfo, comprobó con estupefacción que ya había alguien allí.

Últimas publicaciones de Gabriel Garcia Moreno (ver todo)

Deja un comentario

Tu dirección de email no será publicada