Tiempo al tiempo, tiempo a la templanza
- publicado el 23/06/2015
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El Parto.
Resulta que esta noche estoy sola en casa.
Mi gata se ha puesto de parto, ha manchado una manta de un líquido, ha tenido algunas contracciones, se la lavado mucho sus partes, ha maullado un poco, ha buscado mi cariño, me ha estado molestando un par de horas y luego se ma metido bajo otra manta a dormir. No quiero despertarla ni cambiarla de sitio. Creo que es mejor que tenga a sus crías donde quiera. No sé de dónde me viene esta creencia; quizás porque el primer parto que presencié fue el de la gata de mi tía en un armario. He intentado que mi gata se quede en su manta de lana preferida, frente a la estufa, pero se negaba. Tenía que estar en la cama, cerca mía. Le he rascado las orejas y me ha mirado dando un maullido que sonaba a pregunta. Le he hablado y le he dicho cosas inconexas, como «el biscote, oi, oi, oi» y «no me mires así que yo no te he dejado embarazada», y también le he dicho al oído «estáte tranquila, yo estoy contigo». Ella ronroneaba y cerraba los ojos.
Ahora mi gata duerme y yo no puedo dormir. Siento que voy a ser abuela, padre o tutor de nuevas vidas. Pienso que mi gata ya debería haber parido. Las gatas paren en un momento, empiezan y ya no paran. Yo he visto a gatas teniendo tres y a otras teniendo seis. La primera que vi, la del armario, parió once.
Yo no puedo dormir y estoy sola en casa. Eso es peor porque me siento más a gusto. Se me quita más el sueño. Así que veo en la tele programas absurdos mientras hago punto. Me fumo un par de porros. ¿Un par? Bueno, no… creo que llevo cinco. Leo chorradas que me hacen reír en internet. Me como un yogur. Cojo uno de los cuatro o cinco libros que tengo empezados en la estantería que hay sobre mi cabeza, leo un par de páginas, me aburro y lo dejo.
Cojo otro y sucede lo mismo. ¿Dónde están las historias de depravados y de payasos que necesito? ¿Dónde los maestros de la sinceridad, los alumnos de la inocencia? Desisto de los libros por hoy. O de los que tengo empezados. Ahora me apetece, si acaso, poesía. Pero sólo se me ocurre recitar alguna antigua y famosa de desamor o suicidio, y eso me parece muy triste.
Escribo algún comentario por Tuenti. Veo vídeos de gatas pariendo en Youtube. Me como otro yogur. Luego, en una página de películas para adultos, después de mucho tiempo sin recurrir a algo así, me masturbo. Cuando he ido a salir de la página, me ha asaltado una escena de dos mujeres besándose. He ido al enlace, ¿por qué no?, se supone que es lo que me gusta. Se supone que desde un principio debería haber ido allí. Pero no. Me daba miedo. Sin embargo, luego sí he ido, y he mirado un rato el vídeo. Sin hacer nada. Sólo mirando. Quizás sonriendo. Lo increíble de todo esto es que es la primera vez, en más de quinientos días, que logro mirar pornografía lésbica sin terminar por echarme a llorar. Y me parece un gran logro. Es una buena señal.
Creo que yo, esta noche, también estoy de parto.
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Tsk…. wow… bastante crudo, aunque muy en tu línea.
Me ha gustado el manejo de la espectativa….
sí, salió solo. gracias.
mi gata tuvo cuatro bebés. el último venía de culo y tuve que sacarlo yo.
Por fin. Buen relato, limpio y seco, al sitio. Me gusta tu estilo.
Felicidades por los gatitos