La rosa blanca
- publicado el 15/01/2014
-
Rima XXIII
Sonó al final,
un fino eco,
que al aire resquebrajó.
Tú vanidosa,
yo insincero,
el amor se nos rompió.
Dejé tras de ti
mi verso escrito,
mi alma, mi inspiración.
Tu olvidaste en mi
tu orgullo,
tu cariño y tu corazón.
No amarás a otro nunca,
Jamás a otra amaré yo.
Moriremos solos,
quedos.
Desamor.
Moriremos solos,
quedos.
Moriremos como muere
el «sin amor».
Adrián Abeal Adham
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