Historia mixta con final acelerado

Este relato surrealista y desestructurado fue un experimento realizado entre ladydaiquiriblues y khajine… y aquí lo presento en representación de ambos y con consentimiento. Está sin tocar, tal como salió saltando frase por frase entre ambos autores… Sin otro fin que pasar el rato:

 

 

 

-¿Y cómo se corre como el demonio?- Se preguntó y notó cómo su estómago se contraía, arrastrado por el nerviosismo. Cerró los ojos e inspiró.

– Necesito relajarme, no se puede huir de todo aunque, la verdad, no tengo un interés especial en enfrentarme a esto-. Y volvió a abrir los ojos.

Se dio cuenta de que estaba hablando en alto y que toda la clase le estaba observando. Dudó un instante: levantarse, ocultarse… ¿Era un nuevo reto o era aquel que preveía?

-Va, yo puedo con esto – pensó. Se levantó, se acercó al encerado y empezó: – Lo siento, es que estas cosas me tensan un poco y me da por expresar mis pensamientos en alto.

-No pasa nada – dijo la profesora,- ahora, representa tu papel.

Se puso la máscara de niño y alumno y una reminiscencia de su infancia tomó posesión de él. Notó cómo una lógica irreflexiva comenzaba a dominarlo.

Siendo sincero no entendía muy bien aquella práctica, ¿qué sentido tiene representar mi papel? ¿Por qué tengo que explicitarlo? ¿A caso le importa a alguien?

Movió un brazo y quedó bloqueado por la acción: ¿era así como el movería el brazo si no fuera consciente de que iba a mover el brazo? Quizá representarse a sí mismo era el papel más complicado porque nunca se había parado a pensarse.

Esta técnica no me gusta. Con este curso de teatro no pretendía hacer una sesión de psicoanálisis, ¿a qué viene esta técnica dinámica? ¿Qué va a ser lo próximo, hablar de pulsiones? ¿Escenificar nuestro suicidio o cómo nos volvemos locos por “amor”?… ¿Amor?

Se quebró. Las piernas habían perdido su fuerza. Los brazos eran dos trapos inertes. El suelo subió de pronto. Desde el público, aula, platea, compañeros… Surgieron veinte manos para ayudarle, pero a un gesto de la mano todos se detuvieron. Nunca había estado tan solo.

Todo estaba en silencio y no entendía por qué.

Sintió como perdía el equilibrio de nuevo y se precipitaba contra el suelo.

Trató de evitar la caída y aferrarse a algo.

Buscó entre sus recuerdos. Surgió una imagen: Unos ojos verdes.

Alargó los dedos de su mano por, otra vez, como entonces, los ojos se desvanecieron a su tacto y se fugaron. Huidizos regueros de humo esmeralda y un viento cálido y húmedo. Sudor frío. Y sabor a metal mezclado con madera. Parquet. Parquet y sangre.

Decidió no volverlo a intentar. Al menos, de momento.

Se sentía tan cansado, tan incapaz que pensó que la mejor estrategia era esperar.

No alzó la vista , pero un sexto sentido, la percepción del tiempo, le hizo darse cuenta de que la gente se agolpaba, se diluía, volvía, pasaba de largo, obreros de la construcción desmontaban todo a su alrededor, sol, noche estrellada, de nuevo sol, lluvia, nieve… Y se encontró sobre la verde hierba, ¿pero cuándo?

No le importó, aquel entorno era agradable y se sentía acogido, como si nada pudiese afectarle.

No recordaba gran cosa pero intuía un vacío importante, algo entre lo intangible y lo real…

Se intentó incorporar y se dio cuenta de que no tenía brazos. Intentó levantar la cabeza para mirar al cielo y sólo sus ojos se desplazaron a través del cuerpo, invirtiéndose. Reptó. Pues era lo que podía hacer, y la tierra le fue absorbiendo.

Pensó en las posibilidades de sobrevivir que tenía, el giro que tendría que efectuar a sus hábitos y costumbres y sobretodo asumir, no sólo que había muerto, sino que se había reencarnado.

“Si me paro…”, pensó, “si me paro quizá el proceso sea más lento”. Y paró. Pero el proceso siguió con su aceleración constante. Hizo un esfuerzo y recordó sus fundamentos de física: si la aceleración es constante debe existir una fuerza externa. Sus ojos fluctuaron por su inteligencia líquida.

“Nada, aquí no hay nada que hacer. Quizá si observo el medio sirva para algo”.

Observó la vegetación y le llamó la atención lo grande, extenso y lejano que estaba todo. Y lo mal que se veía desde aquella posición, con el cuerpo pegado al suelo.

Pero “pegado” era una percepción incompleta. Se encontraba inmerso, extenso en el suelo, intrínseco, mezclado. Poco a poco era informe, poco a poco era suelo. Y trepó, parte de él, hasta lo alto de una brizna de hierba y, otra, subdució hasta la roca madre, sustento del suelo pisable.

Lógicamente cayó en la cuenta de que no era parte de lo que él conocía. Que si era un ser viviente y se había reencarnado, era una mutación. O tal vez no era un ser vivo o… Estaba realmente perdido.

Pero, definitivamente, desde aquella brizna de hierba la perspectiva del medio en el que se encontraba era esperanzadora.

Y lo era por una lógica absurda pero inspiradora. Todo eran cimas de montaña a su alrededor, estaba en el fondo de un valle. No podía caer, o sí, si podía bajar a través de la materia pero su perspectiva era de ascenso.

Se preguntó si podría, simplemente, por el hecho de pensarlo, cambiar su condición. Y pensó en reagruparse y darse forma. Y su forma incluía unas alas porque, en su vida de humano, le hubiese encantado tener alas.

Y fue alas. Y se unió a un pájaro cuando este se alimentaba de una semilla de entre la hierba. Y, mientras volaba, se desprendió y flotó. Y podía llover.

También le apetecía ser agua… Nada era tan maleable como el agua… Y cambió de opinión y quiso ser aire. Y fue aire.

Y, de tanto “fue” y “fue”, se fue. Y se levantó del parquet. Todos sus compañeros estaban boquiabiertos, “shiny eyes”, irrumpió un músico de repente y desapareció. Y la profesora aplaudió hasta tener las manos rojas.

khajine
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1 Comentario

  1. Ladydaiquiriblues dice:

    Quiero la revancha 😉

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