Corona de sombras

Jugaron a ser dioses y ahora están muertos. A mis pies.

El tirano levantó la vista como pudo y me maldijo en su oscuro idioma, con tanto odio que me hizo reír. Le propiné una patada en el costado que lo acalló momentáneamente.

-He ganado.-declaré.- No tienes derecho a recriminarme. Empezaste tú. Y todo acaba contigo.

Con desconcertante fuerza para mi estatura media, agarré con un brazo su cuello y lo levanté. Nuestras miradas se cruzaron por última vez.

-Gracias por haber sido tan necio.- y entonces apreté.

Antes de dejar caer su cuerpo de nuevo, tomé su corona y la levanté en alto, para que todos sus restantes acólitos la vieran.

-Yo ahora soy la ley.

Todos ellos agacharon su cabeza respetuosamente. Cuando me senté en mi nuevo trono me embargó una extraña sensación. Era curioso. Siempre había tenido miedo a la muerte. Ahora yo era la muerte.  Sonreí. Tenía un mundo por conquistar.

Maria Cabeza
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