Afrodita Microbús

Hastiado y abrumado decidí

a las sombras suicidas entregarme,

sabría el microbús donde tirarme,

de almas iba lleno, mas no cedí.

Susurró Afrodita ruegos y accedí,

sentí luego su piel acariciarme,

con su extraña voz anhelaba amarme,

con mi espalda en la suya la invadí.

En ese momento androgenizamos,

su mirada al norte, la mía al sur,

nuestros centros meciéndose anudados.

Apartó ella el suicidio con glamour,

de espaldas seguimos extasiándonos,

¡éramos androgenizado voyeur!

Paolo
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