La mujer del parque

Como amaba comer galletas en el parque e imaginar, que era «invisible» … las tardes eran una delicia,

la puesta de sol en rojo como un moribundo desangrandose en el cielo. Todo era macabramente hermoso.

La vida desde afuera era lenta y aburridisma, la adrenalina dormida puede hacer estragos en la salud mental de un asesino durmiente. La fantasia puede llenar huecos, pero no hace milagros, una mandragora no crece por motivos ortodoxos a pies de un árbol. Y la pasión nunca es opacada por bultos grises, Hoy debía colorear sus mandalas debia torcer su santidad a ciento ochenta grados y prenderle velas al buen dios de los muertos. Pasaron las horas y el dia se congeló por unos instantes, el amante fatal reposó sus parpados estiro sus extremidades y habló:

 

 

«Soy un extrangero en tierras ingratas;

un meláncolico de humor inquietante,

un foragido de neptuno,

un agonizante mortal, sin pilares»

 

Miró alrededor una vez mas y ahi estába ella… Una dulce mujer senil de olor doméstico, y anteojos. Ciertamente no recordaba cuando fué la ultima vez que entabló conversación «con alguien» (…) y ella lucia amable. ¿por que no responder al saludo? Así pues, asesino encubierto y posible victima iniciaron una suerte de amistad desde aquel dia. Hoy toman el té juntas y comen galletas sobre los bultos ahora marrones…

(…continuarà)

sara_oibara
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