Pues ya ve
- publicado el 12/11/2021
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BOLSAS BAJO LOS OJOS, ANACRONISMOS Y QUIJOTADAS.
Confieso que no es estoy sobrio. Hiedo a caldo espirituoso. He ido, esta madrugada, hasta Hacienda, influenciado por las potentes ocurrencias de Igor Yglesias, su obra «¡Tamaña osadía, asaz infame!» (Buscadla en Sopa de… Leedla) y una secuela de la misma, por él mismo escrita. En esa secuela, Igor, rizando el rizo, y doblándonos de risa, propone trasponer la «trama del supermercado» a otro escenario, el de una sucursal de Hacienda. Dice Yglesias:
Tan hilarante respuesta
logra mi númen se encienda,
y a vos planteo la apuesta:
¡probad a hacerlo en Hacienda!
(¡El «cabrón», tiene razón! ¿Puede serse más profundo y más contento al mismo tiempo?. Más, no.) Reflexionar sobre el númen pueden traer aprendizajes incalculables en número y valor. Igor nos induce a ello. Pero. ¡ojo!, el númen abarca las tertulias que nos elevan y, también, las redes telepáticas negras. Todo podría quedar ahí. Las de Igor, hubieran sido unas perfectas últimas palabras sobre este asunto. ¡No hay por qué seguir cada envite que nos hacen!. Pero, resulta que la apuesta es atractiva. Además. ¿qué sería del teatro en el que se diga una última palabra?. La «afrenta» consiste en pedir una bolsa en Hacienda para portar en ella algún bien que allí nos sirvan. Obtener esa bolsa y marchar sin pagarla. Todo ello usando un lenguaje quijotesco, como si fuera normal y quedándonos tan frescos.
Éste ha sido el resultado. ¡Verídico! ¡Leed mañana la prensa! Hoy no saldrá porque cuando sucedió el suceso, a eso de las 05:30, la tirada del día ya estaba impresa.
BOLSAS BAJO LOS OJOS
(Beodo, recapitulando desde un calabozo:)
Sin que descollase el día,
cabalgué en tu sugerencia,
entre Yglesias y Abadías,
y até mi jamelgo en la puerta
de nuestra Tesorería.
Me salió al paso un securita
luego otro, otra y otro…
con su caras descompuestas
viendo el miembro de mi potro.
¡Quiero ver a vuestro jefe!
¡Vengo a por mi IRPF!
¡Va en serio mi calentura!
¡Vos servidlo en bolsas de asas
que yo satisfaré la tasa,
sea cual sea la factura,
y asiéndolas a mi montura
trotaré de vuelta a casa!
(La securita, asustadiza, se escuda en sus compañeros. Aprieta la nalgas. Le suda el coxis. Se agarra a la imagen de un santo que le pende sobre el pecho. ¿Ora pro nobis?. No, reza sólo para y por sí misma:)
¡Por Dios, Señor del Sagrario!
¡Devore a su hijo Saturno!
¡Venablos de Sagitario!
¡Rasure sus barbas Neptuno!
¡Protéjame mi escapulario
del íncubo taciturno!
(Otra securita, más valiente que la anterior, saca pecho ante el beodo:)
¿Va mal su despertador?
¡Estamos en tramo nocturno!
¡Atended a nuestro horario,
y cejad ya en vuestro ardor!
¡Encajad la negativa,
no es por venganza ni alarde!
¡Está cerrada esta Hacienda!
¡Dé a su vientre lavativa,
, pliéguese a venir más tarde,
cuando el sol el día encienda!
(Beodo. Muy beodo:)
¿Creéis que no sabe la hora
este jinete apuesto,
obstinado y aguerrido,
que en la madrugada implora,
sin demora y sin error
le sea entregada en bolsa
(aunque sea de Hipercor)
la declaración del impuesto
el montante deducido
y la copia del borrador?
(Tercer securita, muy molesto, porra en mano y a golpear dispuesto:)
¡No seáis estrafalario!
¡Aquí no servimos en bolsa,
sólo en sobres los formularios!
(El jamelgo, nervioso, relincha. Da tirones de la estaca (un bolardo). El beodo empina el codo y apura un trago de la petaca. Tambaleándose, balbucea:)
¿Rehusáis entregarme una bolsa?
¿Creéis que exijo por antojo?
¡Hincháis hasta urano mi enojo!
¿Aducís que soy «mediohombre»,
«lamesputos», «cejascalvas»
«comevergas» y «albergapiojos»?
¡Pues tomaré las bolsas malvas
que cuelgan bajo vuestros ojos!
¡Plin! ¡Plan! ¡Croc! ¡Zas!…
La trifulca aquí se acaba.
El suelo se tiñe de rojo.
(En el calabozo, me conceden hacer una única llamada. Pido sustituirla por unos minutos de conexión a internet. Aceptan que navegue un rato (éste, veinte minutos preceptivos), y los invierto en Sopa de relatos. En el interrogatorio, me inquieren al respecto de mis ascendentes, referentes, inductores influyentes. Nombro a Igor. Lo siento, estaba borracho. Me exculpo)
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… Y el público se pone el pié con ovaciones y aplausos
y por sus caras deduzco… que ésto va a ser para «rato»,
estusiasmado ha quedado, se miran unos a otros y en
sonriendo sus rostros dicen : esto ha sido !APOTEOSICO!
Suben de tono los ¡BRAVOS!, los ¡OLÉS! y los plausos
se cierra el telón… y en «abrido» el escenario salen
«seguritas», las féminas y los «machos», el gerente
y hasta el mismísimo inspector y los demás funcionarios.
Por último nuestro paisano, el que las bolsas pedía…
el que por tacañería no dieron y ya cansado que le cobren
se cobra él las «moradas» a base de batacazos vaciando
su petaca acabandola «durmiéndola» en comisaría cercana.
¡¡¡Muy buena idea el ir «beodos» a hacienda con declaración en mano!!!, JAJAJA.
BUENISIMO!!!, enhorabuena también a Igor de «rebote».
Tu ánima anima y un poco me mima 😉
Otro abrazo desde «éste»… jajaja.