Ella.

Yo creía que esto era fácil. Si soy sincero, sabía que era difícil, pero estaba seguro de que el titanio del que yo creía que estaba hecho iba a soportarlo. Y olvidé que hasta un edificio de cien pisos puede venirse abajo con el simple temblor de la Tierra.

Ella no me ha enseñado a vivir. Ella me ha enseñado a aprender a vivir. A romper con todo para luego volverlo a construir. A saber esperar. A paralizarlo todo para regalarle años de vida. Esa vida que siento como se me va por mis manos, se disipa, como el humo de un cigarrillo y que luego jamás vuelves a ver.

Yo ya sabía que la vida no era un camino de rosas, pero joder, los caminos de cactus llegan a doler tanto…

Hay momentos en los que recuerdo como los días se veían bonitos, como esperaba con ilusión el más estúpido detalle. Siempre pensando que lo mejor estaba por llegar. Pero creo que no, que ya no llega nada. Que te miras al espejo y piensas que estás viendo a la sombra que se dedica a sobrevivir, olvidando ya aquello de vivir.

El sol ya no calienta igual. El chocolate ya no sabe igual. El tabaco ya no relaja igual.

Lo que ha mejorado ha sido ella. Ella a la que la palabra ‘abuela’ se le queda pequeña. Ella que te mira y parece que mueres de amor al saber que le has hecho reír más estos dos años que toda su vida junta.

Y ya se sabe : la vida es uno mismo y uno mismo son los otros.

Y uno mismo ha decidido enfrentarse al mismísimo diablo, mirándolo a los ojos y diciéndole que aquí me quedo, que acepto las consecuencias. Parece que se le ha olvidado que el titanio se recicla y vuelve a lucir más brillante. Eso sí, antes tiene que deshacerse.

Alejandro Montoya
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1 Comentario

  1. Animal Banir dice:

    Épico…

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