Cuando mis ideas bailan un vals.

Me están bailando las ideas, y ya no sé lo que digo, ni lo que pienso… Es un baile lento y repetitivo, como un vals.

Avanzo un paso al verte, al reconocer tu cara y tus ojos, siempre tan brillantes. Pero es que tu cuerpo me llama también, exige que le preste atención, que le mire, le toque y le desnude. Me lo ordena, casi con urgencia. Y yo sólo quiero obedecerle.

Giro. Aquí estás, mirándome tan de cerca, que parece que quieras retener cada detalle de cada poro de mi cara. Sonrío como la idiota feliz que soy, y tú lo haces también, casi más ampliamente que yo. No entiendo esta situación, pero me siento tan bien, que me da igual.

Tampoco consigo entender por qué causas este efecto en mí; yo no sé bailar el vals, pero tu sola presencia enseña a mis ideas a moverse, como si lo hubieran practicado toda la vida, como si fueran profesionales… Como si no existiera nada más que este baile lento y repetitivo, cuyos pasos son mirarte, tocarte y amarte.

Sarah Havok
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