Su último beso
- publicado el 13/01/2014
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Desarraigo
La primavera aún no se había despertado en aquel lugar. No paraba de llover y eso prolongaba el letargo en el que se sumía toda su realidad. Le sorprendía la renovada capacidad que tenía su cuerpo para encontrarse constantemente al borde del desmayo sin haber realizado a penas otra actividad que no consistiese en dormir.
Las lunas de Otnirebal también se divisaban en el cielo pero la influencia que ejercían debía ser distinta. Eso pensaba porque o así era o tendría que empezar a admitir que, aún juntando todos los factores externos, nada podría ser controlado si no se hacía desde la base. Y la base era el amasijo de cuerpo, alma, mente que lo constituía.
Cada noche por el ojo de buey del habitáculo que le habían designado miraba pasar las lunas. Le gustaba ver su recorrido por el lienzo que formaba el espacio de firmamento que aquel marco de cristal le dejaba observar.
Se había instalado en su base una sensación, que amenazaba con evolucionar a sentimiento, que no conseguía acotar. Buscando siempre un lugar en el que aterrizar, tenía un vacío, una falta de pertenencia…
-” Si no soy de donde vengo y no soy de donde estoy, ¿soy de donde voy?,¿Y si vuelvo al lugar del que procedo?, ¿Y si este es mi destino definitivo?
Las lunas de Otnirebal también se divisaban en el cielo pero la influencia que ejercían debía ser distinta.
La primavera aún no se había despertado en aquel lugar. No paraba de llover y eso prolongaba el letargo en el que se sumía toda su realidad.
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