LA DAMA Y EL «GOLFILLO»

Erase una vez y muchas veces

un «golfillo» muy «aprendido»

que sabiéndolo «TODO», nació

y al crecer, ¡un sabiondo se «hició»!.

 

Sin catálogos ni gruesos libros

de su «instinto básico» alimentó

él se buscaba la vía (tan larga como la de un tren)

y en ella… ¡SE LO ENCHUFÓ!

 

¡Vaya que le dió de sí!

se «nutrió» a base de bien

no hizo falta profesor

sabía más que un rector.

 

Y… apareció una damita

inocente y muy tontita

y, se encontró un día con él

y… ¡allí ya la fastidió!.

 

Con un plato de spaguetti

que para ambos pidió

sin tenedor ni cuchara

¡allí «sorbieron» los dos!.

 

Y en uno se entretuvieron

más largo que el de la vía

y que extremos no tenía

y sus dos bocas juntó…

 

Y, ahí, ¡pues también la fastidió!

la damita espabiló, ¡unmmmm!

el beso le rechifló y el spaguetti

¡A LA PORRA LO MANDÓ!…

 

Y en su boca se enzarzó

retirando el plato a un lado

lo agarró por las orejas

y, ahí ¡también ya la fastidió!.

 

El «golfillo» era tan tierno

que a la dama enamoró

tan locamente lo «hició»

que FASCINADA quedó.

 

Y, fué cuando comprendió

que el «golfillo» fué un «golfazo»

y que ella disculpó

por no quedarle remedio.

 

Este «golfo», más que «golfo»

no tiene culpa ninguna

de ser tan tierno y gustoso

que enamora hasta las piedras.

 

Y, a pesar de ser tan «GOLFO»

«ANGEL» parece a tus ojos

y como tal… ¡yo le quiero!

a pesar, ¡muy a pesar de todo!.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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