(Esta es la cuarta parte de un relato anterior, para leerlo haz click AQUÍ). Disfrutadlo.

Evan y Pheril se dirigieron hacia Heshei, salieron por la puerta norte de Klahira pocos minutos después de haber salido de la taberna con algunos ingresos más.

Acamparon al lado del camino, junto a un enorme roble. Mientras comían Evan estaba pensando en que harían cuando legaran a Heshei, él sabía lo que quería hacer, pretendía unirse a la cofradía de los ladrones, lo que no sabía es lo que haría con Pheril. A Pheril no se le daba bien robar, era musculoso y de constitución fuerte, definitivamente, Pheril valía para la lucha.

Mientras Evan pensaba en sus cosas, Pheril se levantó de pronto, cogió una gruesa rama del suelo y con una agilidad increíble se subió al árbol. Evan también había oído el ruido, pero él era más coherente, estaban al lado de un camino, era normal que cualquiera que estuviera pasando por el camino hiciera algún ruido. De pronto Evan cayó en la cuenta, el ruido no era lo que había alarmado a Pheril, Evan se sentía de repente observado, no sabía porqué, pero se sentía inseguro, era una situación extraña, como si sintiera que algo malo iba a pasar ¿había sentido Pheril lo mismo?. Evan se puso tras un seto, no se encontraba bien, abrió la mochila y empezó a buscar dentro. Sacó la caja de sus padres, eso le solía servir para tranquilizarse.

Nada más sacar la caja, ésta empezó a vibrar, Evan la miró con detenimiento, jamás le había pasado algo así a la caja ¿qué estaba pasando?

Evan abrió la caja y miró en su interior. La caja dejó de vibrar con la misma velocidad con la que había empezado. Evan comprobó los objetos, no estaban dañados. Y estaban todos…menos el espejo. Evan empezó a desesperarse. ¿Cómo había perdido el espejo? no podía creerlo, era de las pocas cosas por las que Evan sentía aprecio y había desaparecido.

Pheril bajó del árbol y Evan se dio cuenta de que ya no se oía ningún ruido, además, había desaparecido esa inseguridad. Pheril se quedó mirando a Evan.

-Oí un ruido… ¿Qué te ocurre Evan? ¿Buscas algo?-le preguntó Pheril.

-Sí, es un espejo, tiene que haberse caído por aquí cerca- Evan pensó que tampoco tenía que darle más explicaciones a su compañero.

-¿Un espejo? ¿Como el que tienes dentro de esa caja?- Evan se quedó de piedra, ¿había oído bien? Evan bajó la mirada a la caja y ahí estaba, el espejo estaba ahí. No, Evan estaba seguro de lo que había visto, el espejo no estaba cuando él lo había mirado, no podía haberse equivocado en algo tan obvio… ¿acaso se estaba volviendo loco? Necesitaba encontrar una solución. Evan examinó el espejo y lo que vio le hizo pensar que igual sí se estaba volviendo loco. El espejo no reflejaba su cara, en lugar de eso se había vuelto opaco totalmente. Evan estaba desconcertado. Le dijo a Pheril que necesitaba descansar, que si no le importaba acampar tan pronto. Pheril estuvo de acuerdo y mientras Evan, metido en sus mantas, miraba el techo de la tienda que les resguardaba del exterior, Pheril estaba fuera haciendo guardia. Evan estaba allí, tumbado y pensando en los extraños acontecimientos que habían ocurrido ese día y antes de que pudiera llegar a alguna conclusión, se durmió.

                                            ***

Era el quinto tomo de cartografía que revisaba, en ninguno había encontrado ningún mapa parecido. El Grande empezaba a desesperarse. A su jefe le había costado mucho dinero conseguir ese mapa, ya que le habían dicho que contenía el secreto de un gran tesoro y se lo habían dado al cartógrafo de inmediato con la esperanza de que lo descifrase cuanto antes… El Grande lo tenía muy complicado esta vez.

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