Los feudos del Bierzo
- publicado el 20/01/2014
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Paranoia inverosimil
Era noche cerrada en Roma, víspera de tarde de circo, la gente se había ido a dormir temprano para que el emperador no cambiase de idea. Darius resoplaba ronquidos que hacían bailar todos los pergaminos de la mesa. Era imposible saber quién había robado a Cayo Luptus en su ajardinada casa de la quinta colina. Habían desaparecido cinco objetos de gran valor; sus esclavos.
Las colinas eran la zona más vigilada por el Comando Escorpión, Darius se quedó dormido pensando en que les podía haber pasado a los esclavos.
Darius no entendía sus sueños, nunca había soñado en blanco y negro. Llevaba unas telas muy extrañas y en la cabeza un extraño tocado con forma de plato hundido de tela dura. El sitio en el que se hallaba era monstruoso. Debía haber encogido mucho pues las casas eran enormemente altas, y había carromatos metálicos tirados por animales invisibles. Mientras sus pies se adaptaban a los ruidosos zapatos sobre la acera, vio otros hombres vestidos de forma similar a él. Al menos llevaba la ropa típica y no llamaba la atención. Una música similar a la de las trompetas pero más suave inundaba el aire. A su derecha en uno de aquellos monstruosos edificios vio un grupo de “africanos” vestidos como el viviendo los sonidos. En la puerta ponía algo que no entendía “Jazz Club”. Entró y un hombre le ayudó a quitarse el abrigo. No parecía el típico esclavo que trabaja deslizándose como una sombra, y mirando siempre a los pies. Este no dudó en mirarle a los ojos y sonreírle.
Darius bajó la pequeña escalinata para buscar una mesa vacía. No la encontró pero si que vio una chica rubia que le miraba y le guiñaba un ojo desde la barra. La chica fumaba un cigarrillo sujeto en un palo alargado que le daba aun más sensualidad.
La habitación empezó a coger color… Todo dejó de estar en blanco y negro. Un gran estruendo resonó en la calle y Darius fue de los primeros que salió a la calle a ver que sucedía. Lo que sucedía le dejó boquiabierto. Tanques y aviones destruían aquellos edificios y aquella sensación de paz que minutos antes inundaba las aquellas calles. Soldados desangrándose y gritando. No podía ver contra quien peleaban, ya que todos le parecían iguales. Tenían armas que podían destruir la vida de gente a larga distancia, aquello era un verdadero caos.
Darius intentó echarse a correr, pero no sabía de qué bando estaba así que aunque fuese un buen soldado, no sabía si debía tomar parte en el conflicto. Pero al girar la calle lo tuvo claro. Había algo allí que si que no podía ser normal. Unas naves circulares como platos gigantes, llenas de luz, posadas en línea en mitad de la calle, disparaban rayos de luz que chamuscaban a los soldados que seguían por allí. Y desde lo que parecía la puerta de la nave; un ser horripilante y verde miraba a su alrededor y decidía correr hacia él, lanzándole una especie de red lumínica que le dejó inconsciente. Cuando pudo ver algo, se encontraba dentro de la nave. Les habían tomado como esclavos. Miró a su alrededor. Todos aquellos antes eran ciudadanos libres. Podían ayudarse mutuamente para escapar.
Y entonces lo entendió todo.
Darius se despertó abrumado. No recordaba nada de lo que había soñado, pero si algo tenía claro, es que aquellos esclavos no habían sido robados, pues nadie se habría atrevido a robarle a Cayo Luptus. Aquellos esclavos se habían fugado.
- el ataque - 16/07/2009
- Atrapado - 18/05/2009
- Nueva Tierra - 31/03/2009
Muy bueno! Se me erizaban los pelillos al leerlo xD
Sólo le veo un pequeño defecto, y es que Darius sepa lo que es un cigarrillo… según tengo entendido, los primeros cigarrillos se vieron por Europa en el s. XVIII 😛
En cualquier caso, me ha encantado.
Estoy de acuerdo con el anterior, es un relato muy interesante, una combinación original, pero el fallo está en que un ciudadano de la antigua Roma conozca términos como ‘tanques’ o ‘cigarrillos’. Deberías describirlos desde el punto de vista de su época para que haya más armonía en el relato (aunque se trate, como dice el título, de un relato inverosímil). ;-D
Es cierto, no me había dado cuenta de lo de los «tanques y aviones»…
a veces tomé partes descriptivas de la mente de Darius y otras, cuando veía que me iba a complicar la vida demasiado recurrí a un narrador omnisciente variando de uno al otro… pero como dice Zilniya es un relato inverosimil jaja
Sí, aparte de todo eso… Mola! 😉
bueno, yo aquí veo una parte buen y una mala. Por una lado estoy de acuerdo con Zilniya, queda un poco confuso el hilo de narración. Por otro, creo que la mezcla de géneros es un arma de doble filo: aunque e smuy original, esa mezcla de imperio romano con viajes espacio-temporales y aliens puede resultar humorística. No sé si tu intención era esa, claro. Pero creo que has marcado un antes y un después en este blog, desde luego xD
Curioso el cuento, pero los cigarrillos fueron llevados a Europa después del descubrimiento de América, Darius no pudo saber que lo que la rubia tenía en la boca era un cigarrillo. Muy buen ejercicio imaginativo.
me remito otra vez a …lean el titulo por diossss jaja