Feliz Navidad (Actos I y II)

ACTO I: EL FANTASMA DE MANOLO

Manolo estaba muerto; eso para empezar. No cabe la menor duda al respecto. El vecino del cartón de al lado, el mimo que solía actuar por esa zona, un crío que vivía en un barrio chabolista cercano y las omnipresentes ratas que habitaban el callejón habían estado presentes en el sencillo homenaje en su honor. También Escrivá había estado presente.

Conviene recalcar que Manolo estaba muerto, porque sin saber esto, los hechos que acontecieron a Escrivá siete años, once meses, quince días, dieciocho horas, cinco minutos y un segundo después de su estiramiento de pata no habrían sido nada impresionantes. Justo al contrario que El Sexto Sentido, que no sería interesante si de antemano supiéramos que… Bueno, el caso es que Manolo llevaba muerto casi ocho años. Y a Escrivá se le apareció, no físicamente, pero tampoco en sueños, una nochebuena de 2008. Quizá era porque en el infierno había toneladas de alcohol, o quizá porque simplemente era una imagen de Manolo en vida, pero el fantasma del susodicho iba más borracho que una cuba.

– Esteban – Manolo llamó por su nombre de pila a Escrivá – vengo a visit… hip… visitartde para advertirtde de gue vas a tdener que cambiar de acti… acti… actitdud.
– Tú realmente estás muerto.
– Buedno, eso no es del todo ciertdo… hip. Las almas de los muedgtos no abandonan este mundo si les qued… hip… queda alguna misión pod cumplir. Y mi misión es salvadgte. Así que mi adma sigue viva.
– Aham. ¿Y de qué me piensas salvar, viejo fantasma borracho?
– Has perdido el espíditu de la Navidad. Tiednes que recuperarlo. Te van a visitar tdes fantasmas más… hip… – Y dicho esto se empezó a alejar de Escrivá.
– ¡Espera! ¡No me dejes así!
– Ya he cumplido mi misión. Ahoda me toca emborracharme eter… hip… eternamente. Adiós.

Y Escrivá no se creyó una palabra de lo que dijo el espectro de su amigo. Es curioso, porque si hubiera sido bebedor, habría podido achacar la aparición a alguna alucinación, pero siendo abstemio sólo tenía dos opciones: o estaba loco o el fantasma era verdadero. Pero al contrario que en la Biblia, en esta historia la fe no influía, así que el primero de los tres espectros se le apareció aunque no lo esperara.

ACTO II: EL PRIMERO DE LOS TRES ESPÍRITUS

– Buenas, soy el espectro del pasado. Te voy a poner una cinta de vídeo con escenas de tu vida en los años noventa. – dijo el espíritu.
– Pero si no tengo tele…
– Bueno, yo me he traído una de nueve pulgadas con reproductor, no te preocupes.
– ¿Y para qué me vas a poner mi vida? Ya me la conozco.
– Yo sólo soy un mandao. Y no me entretengas mucho que luego tengo otro encargo. Así que a callar. Y vosotros – refiriéndose al resto de vagabundos que había en ese momento en el callejón – apagad los móviles, que no quiero interrupciones.

Encima de la hoguera alrededor de la que se agrupaban los mendigos apareció una vieja tele marca Nisu, en la que sólo se veía niebla. El fantasma introdujo la cinta beta en la misma y empezó a reproducirse. Apareció en imagen un Esteban Escrivá pulcramente afeitado, vestido de elegante traje negro, zapatos brillantes y una horrible camisa rosa. Estaba comprando un décimo de El Gordo a un vendedor de lotería de la ONCE a la salida de un edificio de oficinas. El número era el 65379.

– Ahí trabajaba yo – dijo Escrivá. – Era la sede del Banco Oviedo Lateral Eslavo.
– Y recuerdas lo que pasó después… ¿no es verdad, Esteban? – respondió el fantasma.

En ese momento, un corte del vídeo trasladó la escena a Oviedo, a la casa de Esteban. En ella, éste le entregaba a su mujer el décimo, y se despedía de ella antes de salir por la puerta maleta en mano. Otro corte y la tele pasaba a mostrar la pantalla de vuelos de un aeropuerto en la que sólo se distinguía un vuelo del Aeropuerto de Ranón al de Barajas. La imagen duraba escasos instantes y pasaba a reproducir a un niño cantando que el Gordo caía en el 65379. Tras unos segundos de niebla en los que pareció que la tele había cascado, apareció un Escrivá lloroso pegado a una cabina telefónica. Acababa de hablar con su mujer. La muy hija de su madre había decidido vender el piso, llamar al jefe de su marido diciendo que abandonaba el trabajo porque le había tocado El Gordo… y fugarse a Cancún. También le dijo que lo próximo que iba a hacer era tirar el móvil a la basura y que no esperara encontrarla jamás.

– ¿Se supone que tengo que sacar alguna enseñanza de esto? – preguntó Escrivá.
– Ah, no sé, ya te digo que yo sólo cumplo órdenes. Ahora vendrá a visitarte mi colega el del presente. Buenas noches y feliz Navidad.

Dicho esto, una corriente de aire disolvió al fantasma del pasado, televisor incluido. La misma corriente apagó la hoguerilla que servía para dar calor a Escrivá y compañeros.

– Que te jodan.

[Para saber cómo continúa, lee la siguiente entrega]
DonGato
Últimas entradas de DonGato (ver todo)

5 Comentarios

  1. DonGato dice:

    Como dije en los comentarios del Cuento de Navidad de danixu, estaba preparando otra versión del susodicho cuento. En principio pensaba dividirla en dos entregas, una hoy y otra mañana, pero se me ha ido la mano y he acabado con un tocho de 3500 palabras así que no me ha quedado más remedio que dividirlo en cuatro xD

    Espero que no resulte muy coñazo. Mañana más 😛

  2. rantanplan dice:

    a ver pa cuando llegan los otros dos fantasmas¡¡

  3. Zilniya dice:

    Juas!!! Qué bueno el fantasma vagabundo borracho!!! Es la pera! Me alegro que lo hayas publicado Don Gato, después de la pena que daba el prota de la versión de Danixu, tocaba un poco de cachondeo… XD

Deja un comentario

Tu dirección de email no será publicada