ME ENAMORAN...
- publicado el 09/03/2018
-
Summer Wars
El que conoce el arte de vivir consigo mismo ignora el aburrimiento.
Erasmo de Rótterdam.
“Fuerte aburrimiento” pensaba Ione.
– ¿Estas aburrido? – le preguntó Viejito antes de darle la última calada al cigarro que tenía entre el índice y el corazón.
– En absoluto.
– ¿Jonás no venía a recogerte?
El chico también se preguntaba lo mismo. Hacía unas horas había quedado con sus amigos a eso de las siete y media… y eran las diez de la noche. No es que sus amigos fueran el colmo de la puntualidad, pero nunca se habían retrasado tanto tiempo. Tampoco se habían dignado a mandarle un mensaje al móvil. Y eso le extrañaba, porque el móvil del coreano era de contrato y no le creía tan rácano de no avisarle por texto por eso del ahorro de quince céntimos.
– A lo mejor tuvieron un percance por el camino – dijo entonces su abuelo.
Su nieto negó bruscamente con la cabeza:
– Aunque tuvieran un accidente por el camino, te aseguro que hubieran tenido cobertura y me habrían llamado. Al menos antes que a Isidoro.
Isidoro era el estricto padre de Jonás e Ione sabía que si al coche le pasaba algo… el primero que lo sabría sería el comprensible Viejito. Después de todo, esa camioneta negra había sido el regalo por la matrícula de honor en su primer año en la carrera de Historia.
– Tienes razón – dijo Viejito, apagando el pitillo en el cenicero verde que estaba posado sobre su muslo – Entonces se habrán retrasado por algo que no tiene nada que ver con el coche. ¿A dónde pensaban ir?
– Íbamos al pueblo porque esta noche empezaban las fiestas de Santa Flavia – contestó el chico – Loki nos dijo que hoy tocaría un grupo de la ciudad.
Su abuelo asintió con la mirada pérdida en la enorme luna amarilla, rodeada de centenares de estrellas que hacía tiempo fueron la diversión de noches familiares con sus ya mayores nietos.
– Deberían llevarse a Coral.
Ione negó bruscamente con la cabeza.
– Ni hablar. Nos cortaría todo el rollo.
– ¿Por qué? ¿Por qué no fuma porros y se pasa cuatro días bebiendo y tres de resaca?
El chico le dirigió una mirada de suficiencia.
– Por eso mismo, abuelito.
– ¿Hablaban de mí?
Antes de que pudieran reaccionar, la pequeña de los García estaba sentada junto a ellos. En Bahía Blanca, todos conocían a los tres miembros de la familia que estaba sentada sobre un tronco raído que encaraba a un bonito paisaje compuesto por la arena fría que pisaban sus descalzos pies, por un mar tan apacible que reflejaba la bellísima lluvia de estrellas que, difícilmente, uno no podía dejar de contemplar. Pero para alguien que vivía en la pequeña casa de madera y de dos pisos que había en el saliente del bosque que los separaba a un bullicioso y novelero pueblo, era muy común observar aquel espectáculo que pocos ojos humanos sabrían apreciar.
– ¿No deberías estar en el pueblo? – preguntó la joven a su hermano mayor.
– Eso me pregunto yo. – respondió encogiéndose de hombros – No creo que me hayan metido negra.
Coral García sonrió divertida.
– ¿Te imaginas que sí?
– ¿Y tú no sales con Nayra y las otras?
La sonrisa de la chica se esfumó:
– Nayra ha ido a visitar a sus abuelos y Dácil cree que si salimos las dos sería muy aburrido.
– Que excusa más absurda – opinó Ione.
– Al menos no me han metido negra – siseó entre dientes la otra.
Se avecinaba una discusión. Viejito lo sabía… Verás, los hermanos García eran tan, tan, tan diferentes que por cualquier pique, por cualquier contrariedad, empezaban a gritarse e incluso a insultarse. Su abuelo estaba más que acostumbrado, pero ya había pasado muchos años y el comportamiento de ambos no cambiaba. Ione era un muchacho tranquilo, y como lo calificaría la gente de su edad, un “pasota” empedernido. Era tan indiferente a todo lo que le rodeaba que aun le costaba creer que tuviera amigos. Sin embargo, Coral era una chica muy extrovertida y le gustaba sociabilizarse. Tenía el carácter que le faltaba a su hermano. Y esa era la principal razón del por qué de las discusiones.
– Haya paz – hacía tiempo había perdido la cuenta de las veces que había dicho aquellas mismas palabras.
En ese mismo instante un tintineo agudo llamó la atención de los García; el móvil de Ione. Era Yong, el coreano agarrado:
– ¿Qué pasó? – saludó ofuscadamente el chico, esperando el momento de reprenderlo:
– Tío, no te lo vas a creer pero…
– ¡Son las diez de la noche! – gritó Ione – ¿Dónde coño estaban?
– Verás – empezó a hablar el otro, pero fue interrumpido por una voz ronca:
– ¡Chacho, dile que en diez minutos estamos allá, que baje el labio coño!
– Ya lo has oído – dijo Yong antes de colgar.
Claro está, dejando a Ione con la palabra en la boca y con las ganas de llamarlos gilipollas.
– Ya vienen ¿Eh? – rió Coral levantándose de un salto – Viejito ¿Nos vamos dentro? Me han dicho que hoy estrenan una película buenísima. ¡El director es Kevin Smith!
– ¿Es ese que hace películas de esqueletos cantando?
– ¡Ese es Tim Burton! – Ione no pudo evitar sonreír.
Decidió acompañarlos al interior de la pequeña casa, donde había crecido su difunto padre. Cuando cruzó el umbral, tras el tintineo de la campanilla de la entrada, por un momento se le vino a la mente la primera vez que había pisado aquella casa… Por aquel entonces tenía ocho años y era huérfano. Estaba tan exhausto, que no se movió de la puerta varios minutos hasta que su abuelo, con Coral en brazos, le insistió.
– Ione – la voz de Viejito le devolvió al presente – ¿Quieres que saque unas cervezas para cuando lleguen tus amigos?
– ¿Bromeas? – preguntó despectivamente – ¡Lo que tienes que sacar es arsénico!
– No me explico como pueden seguir siendo tus amigos – se burló Coral tumbándose sobre el enorme sofá de cuero negro.
– ¿Y tú querías que la llevara con nosotros? – le preguntó con susceptibilidad Ione a su abuelo, quien pasó por su lado con dos enormes bolsas de papas rizadas.
– ¿Yo? – rió Coral con malicia – ¿Ir con ustedes? ¡Antes prefiero leerme el primer libro del Señor de los Anillos!
Viejito estalló a carcajadas. Antes de unirse a ellos, Ione prefirió esperar a sus amigos en las escaleras del porche.
- Suicide Club: Sexo, mentiras y cobardes… - 26/03/2010
- Suicide Club; La directora de Producción que descubrió el secreto. - 21/03/2010
- Suicide Club; la torpe chica pelirroja - 11/03/2010
Jaja, buen símil de aburriemiento leerse el Señor de los Anillos.
Lo único que no me ha gustado del relato es que algunas frases las alargas demasiado. las haces muy compuestas y sobrecargas la información (desde mi punto de vista). Por ejemplo:
«En Bahía Blanca, todos conocían a los tres miembros de la familia que estaba sentada sobre un tronco raído que encaraba a un bonito paisaje compuesto por la arena fría que pisaban sus descalzos pies, por un mar tan apacible que reflejaba la bellísima lluvia de estrellas que, difícilmente, uno no podía dejar de contemplar»
Empiezas hablando de la familia y terminas hablando de la sensación que deja el mar, en una misma oración. No sé, se me hace un poco forzado. Pero el resto del relato está bien bien. Me gustan mucho los diálogos.
Bueno, ahí fue una crítica (constructiva). ¡Un saludo!
y no es muy japo, eh?XDDDDD xD casi todos son nombres guanches
yo te recomiendo que hagas los «puntos y aparte» un poco mas visuales, para que no parezca todo un bloque. relaja mas lectura. (otra critica constructiva :D)
espero mas partes!
Y yo te recomiendo que sigas escribiendo, me ha gustado mucho y espero el fín ya… las críticas de los demás siempre te aportan algo… algo que poco a poco irás acoplandolo a tus relatos sin darte ni cuenta… Yo sólo soy un lector.