Infirmus
- publicado el 13/01/2014
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La casa abandonada
LA CASA ABANDONADA
Era una fría mañana de invierno, la lluvia caía con fuerza sobre las afueras de Nueva York. Una chica corría hacia su casa como si la vida le fuera en ello. Llevaba su largo pelo mojado pegado a la cara, y tenía el rostro completamente empapado, no se sabía si de agua, o de las lágrimas que inundaban sus ojos grises.
Amanda entró como un fusil en su casa, respirando con dificultad. Cerró la puerta tras ella y se quedó allí, quieta, en la entrada sin atreverse a moverse.
Unos segundos después consiguió reaccionar y al darse cuenta de la situación en la que se encontraba empezó a actuar. Se quitó la mochila, la dejó a un lado y subió las escaleras de dos en dos para ir a su habitación.
Una vez allí, se agachó y sacó de debajo de su cama un baúl muy antiguo lleno de polvo.
Lo abrió con cuidado. Dentro había muchos papeles, fotografías, libros… completamente desordenados, pero ella dio con lo que buscaba de momento.
Cogió el libro más grueso que había y lo abrió. Estaba temblando. Sus ojos vagaron por las hojas, pero no se detuvo en nada hasta que encontró lo que estaba buscando.
Una frase: Viven en la oscuridad.
Amanda levantó la mirada del libro y justo en ese momento fue consciente de que la habitación se había quedado sumergida en una inquietante oscuridad.
7 horas antes…
Amanda salió de su casa refunfuñando un poco al ver que el cielo amenazaba lluvia. Sin querer su mirada voló hacia la casa que había al lado de la suya. Estaba en ruinas, rodeada por una verja que nadie nunca se había atrevido a cruzar. Eran muchas las historias que se contaban de dicha casa, aunque más que historias, se habían convertido en leyendas.
Amanda nunca había hecho demasiado caso a nada de lo que decían, pues no creía en la magia, sin embargo últimamente estaban pasando cosas muy extrañas, cosas que no tenían sentido…
Hacía una semana que se oían ruidos en ella, sobre todo por las noches, pero allí no vivía nadie, a veces tenía la sensación de que al pasar por el lado de ella alguien la observaba, e incluso que pronunciaba su nombre. Decidida a ignorar todo aquello siguió adelante, para ir a la universidad con paso algo ligero, pues llegaba tarde (como siempre).
Cuando llegó se sentó en la mesa del fondo. No tenía muchos amigos, ya que desde siempre había sido una chica reservada. La soledad no era algo que le preocupara, al fin y al cabo estaba acostumbrada.
Estaban en la clase de historia y su profesor (que estaba algo chiflado), empezó a hablar de un programa que había visto esa misma noche y que trataba sobre espíritus.
Amanda no podía dejar de sonreír ante las tonterías que estaba diciendo y al cabo de unos minutos decidió desconectar. Se puso a dibujar en la libreta, pero algunas de las frases que decía el anciano llegaban a ella con más fuerza, captando su atención: a los espíritus no les gusta hacer ruido, por eso cuando lo hacen es porque necesitan ser escuchados… esto, se considera peligroso… suelen habitar en las casas o en los lugares donde vivían anteriormente… otros se quedan en el lugar donde fallecieron… aunque no los podemos ver, si están mucho tiempo cerca de nosotros o se acercan demasiado sí que los podemos sentir…
Amanda tenía el ceño fruncido. Sin saber por qué no podía dejar de pensar en la casa abandonada.
Continuó el resto de la clase anonadada por lo que había dicho su profesor. Cuando sonó el timbre se levantó y se fue a la clase de informática tratando de olvidar todo aquello. Se dio cuenta de que estaba sacando conclusiones precipitadas.
No obstante cuando llegó la hora del recreo decidió ir a la biblioteca a buscar información sobre los espíritus ya que no había podido concentrarse en todo el día.
Encontró varios libros interesantes y se dedicó a leer sus páginas un poco por encima sin detenerse en nada en particular, sin saber muy bien lo que estaba buscando.
Los dos primeros que vio eran demasiado fantasiosos, sin embargo el tercero contenía información más… realista, por decirlo de algún modo.
“Son muchos los sucesos extraños que suceden a nuestro alrededor y no nos damos ni cuenta”.
“Los humanos estamos tan cegados a veces en ver sólo lo que queremos o percibimos que somos incapaces de darnos cuenta de que a nuestro alrededor hay mucho más”.
“Un espíritu no es nada relacionado con la magia, ni nada con lo que bromear. Un espíritu es una persona que se ha quedado atrapada en este mundo y que no puede salir de él, al menos por sus propios medios”.
“A veces necesitan sacrificar una vida humana para que la puerta que hay entre la vida y la muerte se vuelva a abrir y ellos puedan pasar al otro lado”.
Amanda cerró el libro. El corazón le latía con fuerza. No tenía sentido pensar que en aquella casa hubiera espíritus.
Amanda caminaba pensativa de camino a su casa. Vivía sola y hasta ahora eso no le había preocupado nunca, sin embargo ahora tenía miedo de llegar.
Un relámpago iluminó el cielo y comenzó a llover con fuerza. Estaba muy oscuro, como si de repente se hubiera hecho de noche. Amanda sufrió de nuevo esa sensación, la sensación de que por desgracia, no estaba sola.
Miró hacia atrás, pero no había nadie, sin embargo ella podía sentir algo. Podía sentir una presencia.
Sin saber muy bien por qué echó a correr con la sangre martilleando sus venas. Hacía tiempo que no corría tanto. Si se hubiera parado a pensar, se hubiera dando cuenta de que ir a su casa no era precisamente lo mejor que podía hacer en aquel momento, sin embargo presa del pánico no lo hizo.
No se atrevió a mirar a la casa abandonada y fue derecha hacia la suya. Una vez dentro recordó un libro que le habían regalado de pequeña y que tenía escondido en su habitación.
Subió las escaleras de dos en dos, entró en la pequeña estancia que tenía como habitación, se agachó, cogió un baúl antiguo y extrajo de él el libro que estaba buscando.
Encontró la página que buscaba y leyó la frase que provocó que la sangre se helara en sus venas: Viven en la oscuridad.
Amanda levantó la mirada del libro y justo en ese momento fue consciente de que la habitación se había quedado sumergida en una inquietante oscuridad.
Se incorporó y le dio al interruptor de la luz. La bombilla parpadeó varias veces hasta que se encendió del todo.
Entonces, Amanda se giró y fue hacia su pequeña ventana. Miró a través de ella y observó la enorme casa, que tenía un aspecto de lo más siniestro. Había una ventana con el cristal roto que estaba más o menos a la misma altura de su ventana, y que captó su atención.
El interior de ella estaba completamente oscuro y no se veía nada.
De repente una débil luz se encendió en la otra casa y Amanda pudo ver como claramente delante de la ventana había una silueta encapuchada, observándola.
Quiso gritar pero no pudo. Estaba completamente paralizada.
Justo entonces, la bombilla de su habitación con un pequeño estallido se apagó, dejándola totalmente sumergida en la oscuridad.
Amanda se apartó de la ventana y miró a su alrededor.
Sentía mucho frío y se oía una respiración, el problema es que no era la suya.
María José Mañas González
- La casa abandonada - 01/09/2009
me pregunto cómo es que Amanda vive sóla. Es decir, supongo que Amanda es una estudiante de instituto, por cómo describes el ambiente de clase.
Bueno, ante todo, bienvenida. Y no te preocupes si no hay mucha afluencia de comentarios en este par de semanas. Estamos en plena época de exámenes. Aún así, tu relato está muy bien redactado. Cambiaría o añadiría alguna coma, pero eso es siempre al gusto del escritor. No es el más escalofriante relato de terror, pero tiene toda la esencia del género. Vamos, que has entrado por la puerta grande, o eso parece.
Gracias por tu comentario Lascivo. Amanda no es una estudiante de instituto, sino que va a la universidad como he escrito en la historia, sin embargo sé que eso no está muy bien hecho ya que efectivamente el ambiente que he descrito es de instituto. Tengo quince años y tengo bastantes fallos de este tipo al escribir (por falta de experiencia, supongo). Intentaré mejorar en mi próxima historia.
La verdad es que para quince años escribes muy bien ^^
Si que es cierto que algunas frases si deberían cambiarse, pero por lo demás la historia tiene gancho y ninguna falta de ortografia. El final deja con la intriga de quién será el encapuchado o el de la respiración (o puede que sean la misma persona…).
Muy bueno, un escalofrío me ha recorrido la espalda cuando me iba acercando al final del relato ^^
Uf! A mí también me han dado escalofríos! Muy bien relatado.
Una recomendación: de Amanda dices que es reservada, pero poco más. En vez de ‘decir’ cómo es un personaje, deja que los lectores lo intuyan. Empiezas bien diciendo que se sienta sola, que se desconecta, etc. Usa esos recursos, como si dejaras al lector ver la actitud del personaje y que piense «es solitario, es reservado, es…» por sí mismo. Eso es lo que da vida a un personaje, dejar que los lectores lo conozcan como si de una persona real se tratara y saquen sus conclusiones.
Lo mismo se podría aplicar al profesor «chiflado», está bien que escribes qué opina la protagonista de este personaje, pero podrías añadir algún detalle que hiciera venir a la mente un profesor ‘rarito’.
Perdona el palizón, es que me ha gustado el relato. 😉
Gracias por tu observación Zilniya, creo que llevas toda la razón, lo tendré en cuenta en mi próxima historia 😀
De Zilniya puedes aprender muchas cosas valiosas ^^
PD: si, soy un pelota, y que?
jajaja mientras lo admitas Pequadt no pasa nada ^^
Vas a hacer que me sonroje!!! 😳
Lo mismo digo de ti, Pedquadt, yo siempre flipo con tus relatos!
P.D: Qué retorna-pelota soy… A este paso nos ponemos a jugar a voley! XD
nostaref vndvf hfvhdghf vjfhr
SIGUE ASI AUN NO LO HAS PULIDO PERO VAS POR BUEN CAMINO, A MI ME GUSTA, ANIMO.