EL CEREMONIAL
- publicado el 14/11/2013
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La Voz (parte III)
[Leer la parte II]
Luz.
Hmmm…
Oscuridad. Sueño. Tranquilidad.
Maullido.
Hmmm…
Silencio. Sueño. Tranquilidad.
Luz. Maullido.
Hmmm…
Luz. Oscuridad. Luz. Luz.
Hmmm… ugh…
Más luz. “¿Qué…?”
Qué pesadilla más jodidamente terrible. Los gatos no tienen los ojos rojos. No son tan altos como una persona. Qué tontería. Además, hay luz. Qué apagón ni qué hostias. ¿O será de día ya?
Abrió los ojos. No, no era de día. La luz provenía del pasillo, pasaba a través de la puerta. “Cariño, he tenido una horrible pesadilla” Pero no salió ningún sonido de su garganta. Carraspeó mientras se giraba hacia el lado de su mujer. “Cari…” No había nadie más con él en la cama. Estaba en el lado de su mujer. “¿Dónde coño andará?” Sacó la pierna derecha, sin preocuparse por estar llevándose las sábanas y enmarañando toda la ropa de cama. En el momento de apoyar el pie en la moqueta, un rápido pero duradero latigazo de dolor le recorrió la pierna, desde el meñique de ese pie hasta la rodilla. “No es normal, joder”. Apartó la sábana de una patada, sintiendo dolor en varias ocasiones más, sin un aparente patrón lógico, cuando trataba a patadas de sacudirse la sábana superior. Cuando al fin estuvo libre observó la masa roja (sanguinolienta) que se colocaba como un dedo más. Sí, su meñique. Se lo había roto. Con la pata de la mesa.
Así que no había sido un sueño. Avanzó un paso, cauteloso. Intentó moderar su creciente intranquilidad, y con deliberada pausa, recogió la sábana que un segundo antes había arrojado delante de la cama de una patada. Al quitarla de su sitió descubrió un cuchillo de sierra con restos de… algo, y con el mango, que debiera ser de madera, recubierto de una sustancia sospechosamente parecida a la sangre. Notó como un nudo comenzába a formarse en su garganta, y otro en su estómago, a la vez que la cabeza empezaba a dolerle. “No era un sueño…”. Alzó el cuchillo y pudo comprobar que los restos negruzcos de su filo eran de alguna clase de carne. Sin cocinar. Olía a carne fresca. Fue el olor lo que terminó de despertarle, y cobró súbita conciencia de lo que había hecho. Su vista se nubló y la cabeza empezó a palpitarle. Ese olor… el demonio… su carne… eso no era… “No era un demonio”. Era humano. Cerró los ojos y de su garganta salió algo que pretendía ser un alarido capaz de romper tímpanos, pero que en su estado apenas fue un silbido que murió en una tos insalubre y dolorosa. Su cuerpo se convulsionó, pero permaneció clavado en el sitio.
Volvió a abrir los ojos y miró fascinado el cuchillo. Seguía en su mano. Lo soltó y salió a la carrera de la habitación, cerrando de un portazo. Giró a la derecha, hacia la puerta del salón. Cuando la abría sintió que la luz a sus espaldas se desvanecía. La luz se había vuelto a ir. Lo ignoró, y continuó corriendo, tropezando por el camino con algo suave y blando, que le hizo parar bruscamente. Miró al suelo y encontró al gato, adormilado aún, pero despertando tras el súbito porrazo que había recibido. No le sorprendió verlo vivo. Lo agarró del cuello y lo alzó. Maulló tan fuerte como pudo, ese energúmeno humano le estaba haciendo daño. El felino le clavó las uñas en la muñeca con todas sus fuerzas, y arañó intentando cortar con toda la profundidad que pudo. Pero ese maldito bípedo no aflojaba la mano. Y se le acababa el aire, la mano alrededor de su cuello lo estaba ahogando.
El maldito bípedo miró hacia la ventana que tenía enfrente. Estaba abierta, era lógico, en verano, intentar refrescar un poco la casa. La decisión estaba tomada. En realidad, no le quedaba otra alternativa. Tomó carrerilla y se lanzó al vacío saltando limpiamente por el hueco. “Trece pisos”, pensó triunfalmente. “Tú te vienes conmigo”.
“Buen titular: APUÑALA A SU MUJER Y SE TIRA POR LA VENTANA CON SU GATO. LOS TRES SERÁN ENTERRADOS EN LA MISMA TUMBA”, fue su último pensamiento antes de que la oscuridad lo envolviera por completo. Estuvo inconsciente un par de minutos, había caído sobre un seto, lo cual no contribuiría a salvarle la vida, sino más bien a hacer la agonía más penosa. Después su oído volvió a funcionar. Oyó un maullido. La maldita bestia había sobrevivido. Pero él tenía sueño. No sentía dolor, sólo ganas de dormir. Abrió el ojo derecho todo lo que pudo, pues el izquierdo no parecía responder. No vio nada. Quiso aspirar aire y lo que consiguió fue una vista más nublada aún, sabor metálico en la boca y pitido en los oídos. Ya quedaba poco para el fin.
Sueño… algo (hola, soy yo, me reconoces?) le rozó el brazo. No podía moverse, pero su cerebro imaginó que alzaba la cabeza. Afuera no había farolas u otro tipo de luz, pues la ciudad casi completa estaba a oscuras. Pero él vio a su mujer de pie frente a él. También era miope, pero distinguió cada rasgo de su cara. Estaba de pie, frente a él. Tenía puesto el mismo camisón que la última vez que la había visto con vida. Estaba manchado de sangre, y desgarrado por el vientre. Podía distinguir con asombrosa claridad un tubo carnoso, rojizo, que colgaba. Debía ser parte del intestino. Se fijó en sus ojos. Mejor dicho, las cuencas de sus ojos. Un líquido entre amarillento y rojo goteaba en gordas y viscosas gotas, mezclándose con la sangre de los pómulos, horriblemente despellejados. Su esternón presentaba un agujero que parecía de escopeta de perdigones: un monstruoso agujero que permitía ver el hueso destrozado a través de él, los restos del esternón, el esófago y alguna vena o arteria (¿yugular?) El hueco tenía un diámetro impresionante. Recorrió su borde con la mirada, en sentido antihorario, y llegó a donde la clavícula se ocultaba de nuevo bajo la carne sana de su hombro derecho. Sobre él descansaba el gato negro, mirándolo con sus ojos del color del fuego. El gato era negro como el infinito. Una pata le colgaba en posición antinatural.
La mujer habló. Pero él empezaba ya a desvanecerse. “Eres un sádico hijo de puta.” No pudo responder, no le quedaban fuerzas. El gato tomó la palabra. “Trece puñaladas. Trece…”. Y su cerebro dejó de ver y de oír. “Yo no… no quería… fue… culpa…
(tranquilo, lo hiciste bien)
…culpa de las… de La Voz de Los… del… el gato… ugh…”, esta vez pudo formar la frase en su mente, pero a medias, pues empezaba a ser incapaz de encontrar las palabras: su cerebro había perdido la capacidad del habla. Por supuesto, de sus labios no salió nada, y su penúltimo y emborronado sentimiento fue uno tan cotidiano y poco poético como la frustración. Fue entonces cuando todo se nubló por completo, por última vez. Sus últimas ondas de actividad cerebral contenían una sensación de alivio: el sueño estaba a punto de terminar, faltaba poco para despertar. Su corazón ya se había parado. No despertó -o al menos, y por fortuna, no en este mundo-. Estaba muerto.
Al cabo de treinta minutos, la luz volvió a bañar las calles. En el pasillo de un decimotercer piso de un anónimo bloque de edificios de aquel barrio obrero de una olvidada ciudad-dormitorio del extarradio capitalino, una luz volvió a encenderse por enésima vez esa noche. Pasados cuarenta y ocho, amaneció. Cincuenta y tres minutos después de su fallecimiento, un hombre que sacaba a su perro al paseo matutino lo encontraría en la acera y avisaría a una ambulancia y a la policía. Otro caso más de violencia machista, que habría pasado desapercibido, de no ser por la brutalidad… y por el gato. Al día siguiente, un titular bastante similar al imaginado por el asesino ocuparía un lugar destacado en las portadas de los periódiscos de sucesos. “El gato sobrevivió”, dirían los comentarios al pie de las fotos del cadáver del hombre.
A la voz nadie la mencionaría.
(una pena)
- Escribir - 07/06/2011
- La Voz (parte III) - 08/09/2009
- La Voz (parte II) - 07/09/2009
uala, me ha molado mazo !
Yo separaría los párrafos para que no quedara tan «ladrillo».
Wind, créeme que lo he intentado, de veras, pero el editor de wordpress me tiene frito, no me respeta los saltos de línea que pongo >_<
Y no lo entiendo, hasta ahora había conseguido hacerlo, pero en estos tres relatos me ha fallado siempre…
¡Vaya! ¡Al fin me hizo caso! xD
Voy a cambiarlo en los otros dos, para que sea menos incómodo de leer.
Impresionante. Te diré que durante el desarrollo del relato me has recordado muchísimo a Poe. Un tipo que se obsesiona de repente con su gato, muy buen guiño. El relato entero está genial escrito. Creo que podemos aprender mucho de ti, Don Gato. Es con diferencia el mejor relato de terror que he visto en SopadeRelatos. Y el mejor que he leído en general en mucho tiempo. Lo único que me ha dado la impresión de que no encajaba del todo es un final demasiado gore: demasiado descriptivo en lo que a tripas y sangre se refiere. Se me hace un cambio un poco brusco en las descripciones.
Sobre los saltos de línea, a mí también me dan un dolor de cabeza tremendo. Tardé mucho en descubrir que, dándole una sóla vez a intro, hace un doble salto (dejando un hueco entre párrafos, como tienes ahora el relato). Sin embargo, con shift+intro, hace un salto simple. Aún así, dependiendo del navegador que uses, o simplemente del capricho de WordPress, puede pasar de todo. Una pena, pero es lo mejor que tenemos, de momento.
Gracias por los halagos, Lascivo 🙂
Respecto a lo de Poe, ¡eso son palabras mayores! No sé qué decir… la verdad es que si me inspiré en alguien fue un poco en H.P. Lovecraft y en Stephen King, que había leído recientemente, pero no en Poe, a pesar de ser uno de mis favoritos.
Y sobre el final, sólo puedo decir que tienes razón. Al dividirlo en tres partes para publicarlo aquí, me di cuenta de que la tercera no encajaba del todo con las otras dos, pero ya no quería modificarlo por miedo a estropear todo.
Tomo nota de lo de los saltos de línea, tuve varias veces mientras lo arreglaba la tentación de tirar el teclado por la ventana. Y sólo eso, sino que ese día wordpress debía estar con ganas de marcha, porque sólo me hacía caso cuando le apetecía a los clicks en «publicar» y en «previsualización»… cosa que no recuerdo que me hubiera sucedido antes. Y ah, eso por no mencionar que muchas veces la previsualización no coincide con cómo queda una vez publicado… en fin, de cualquier modo, prefiero WordPress a Blogger xD
muy buen relato de terror.
estoy con lascivo en cuanto a que de repente te entro una vena psicotica y todo eran sangres y entrañas, pero la voz… la voz da miedito!