Conversaciones de una noche de verano.
Y así, Moira, sentada en la silla que acababa de dejar libre Adrián al ir a servirse otro vaso de cerveza, con la pierna izquierda bajo sus nalgas, le preguntó a Irene:
– ¿Tú no has pensado nunca que el mundo estaba en tu contra?
Irene sorprendida por la pregunta, frunció ligeramente el ceño y dubitativa miró a Moira. Antes de responder pensó en las veces en las que lo había pensado y preguntó: – ¿Te refieres a cuando te untas la tostada y cae del lado de la mantequilla; cuando haces un trabajo y el ordenador se apaga sin que lo hayas guardado; cuando escribes una contraseña y no sabes dónde está el error por el que no funciona?-.
Moira, que en aquel momento bebía cerveza de un tazón porque así se lo habían servido, tragó y divertida le dijo a Irene: – Nena, creo que tu vida ha sido más fácil de lo que yo pensaba, eso o que nunca le has dado importancia a las cosas negativas-.
Moira e Irene se conocían desde hacía mucho y se sabían sus vidas al dedillo. Moira sabía que Irene había pasado momentos duros y le costaba entender que su amiga no se hubiese encontrado en aquella situación o que no la catalogase así.
Irene sonrió y le dijo a Moira: – ¡Cambio de pregunta! La suerte, ¿se tiene o se busca?-.
A Moira le fascinaba el poder que tenía Irene para distraerla y cambiar de tema; la forma en la que desviaba su atención cuando estaba mohína o tristona.
-Pues, sinceramente, espero que se encuentre aunque debe de ser como encontrarse un billete de cincuenta euros en el suelo, vamos, un hecho raro… ¿Tú que opinas?-.
– ¡La cena esta lista!- Dijo Mía desde la cocina.
– Anda que has perdido el tiempo en quitarme el sitio, Moira- Dijo Adrián asomándose a la terraza. – Venga, vamos, que hay hambre-.
– Esto no va a quedar así Irene, que te crees que se me ha olvidado que me debes una respuesta a mi pregunta…- Dijo Moira, sabiendo que no se estaba saliendo con la suya.
Irene encogió los hombros y le respondió a Moira: – ¿Sabes? Yo creo que eso de la suerte es relativo…-
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¡Vaya con Moira! No acepta que el resto del mundo no quiera verlo todo gris oscuro y trata de empañar el cristal de su amiga Irene. Es una suerte que no hayas puesto que eran amigas, porque claramente habría sido una difamación de la palabra amistad. Buena Irene, galletita… A Moira hay que darle con el periódico enrollado.
No se si Mía opinaría lo mismo… Yo creo que las querría a las dos como son 🙂
Irene quizá es poco realista y Moira quizá necesite tiempo para ver las cosas de otro modo.