Sirena

“Sirena”
Davo Valdés de la Campa

Ésa voz tuya: mágica, hechizante, aquel canto que me atrajo como las sirenas a los marinos para devorar sus cabezas. Estoy encadenado a tu merced, enamorado de tu figura alada. Embrujado y loco, así estoy desde tu primera visita a mi desértica alcoba. Perdido entre las sábanas blancas, que como nubes flotan entre el silencio y la tensión de tus labios y mi oído. Tu piel acariciando la mía, forma un eclipse de colores y esencias que reflejan la luz de la luna imaginaria en el espejo. Comienzas a tararear una melodía, mi espina dorsal se eriza y siento en la nuca como se desprende la soledad de mí para ir a jugar al patio y así mientras cantas puedo probar tus sabores y sentir tus manos entre mi cabello. Me voy quedando dormido a tu lado con la certeza de que no estarás la siguiente mañana. El miedo se apodera de mis brazos y comienzo a temblar. Si tan sólo pudiera tocarte siempre y escucharte podría ser feliz eternamente.

Una sonrisa coqueta se escapa de tu blanco rostro, hermoso pero malévolo. Sé que puedes leer mi pensamiento y que puedes descifrar lo que dentro de mi pecho intenta escapar, sabes que tu cabello rojo danza al viento y bajo el ritmo de tu caminar me transporta al interior de tu alma. No necesitamos palabras porque entiendes lo que realmente soy, y yo aunque no recuerdo haberte conocido, mientras pasan las noches y las elipsis de la vida junto a mí, creo amarte más y creo reconocerme menos en el espejo. Siento que poco a poco me desvanezco, que muero cada vez que te beso y entre abrazos me robas el aliento; Y sin embargo la muerte no es triste. Experimento tantas cosas cuando mi alma entra en tu cuerpo y como hechizo se enjuagan las heridas del pasado y los lamentos se convierten en alegrías. Los minutos que compartes conmigo son escritos en el techo, el océano de estrellas impregnadas en él. Nuestro barco zarpa desde mi ilusión hasta la sensualidad que desprendes al bailar con los dedos de tus pies tras cada orgasmo y parpadeo de la noche.

Mientras sigo escuchando tu canto, lejano, me aferro a tu cintura, a la idea de no perderte nunca y navegar por nuestra cama durante todos los segundos del infinito. Sin embargo, como cada noche, al despuntar el alba, al colarse los primeros rayos de sol por la habitación, tu alma se desprende de tu cuerpo y viaja a donde los muertos se esconden, donde el incienso es permanente y el camino es custodiado por cuervos ciegos. Qué dolor y desesperación esperar la noche y con ella tu llegada, bella súcubo, fantasma de mis fantasías. Mientras el infierno encadena tus mañanas yo guardo tu cadáver putrefacto bajo la cama.

Davo Valdes
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2 Comentarios

  1. Lascivo dice:

    pensé que era romántico hasta que llegué al final.

  2. ameliemelon dice:

    arg! lascivo, por no iba a ser esto romantico? desde luego, seria cuestionable, pero para gustos…

    engañas totalmente. interesante final ^^

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