El impaciente libro de Adonia
- publicado el 21/01/2014
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Silencio… siempre acaba… silencio
El silencio se vio roto por el sonido de la cerilla al encenderse. La luz alumbró el final del cigarrillo al entrar en contacto con la llama, haciendo que el humo, cargado con el sabor de la nicotina, recorriese mi paladar y mi lengua, mi garganta, abriéndose paso hasta mis pulmones.
El consiguiente resoplido, acompañado del humo al salir de mi boca, volvió a romper el silencio; y yo, apoyado en el capó de ese coche, ése, precisamente, me dejé llevar por los recuerdos y la tranquilidad posible que pude reunir en ese momento.
Amor, pasión, odio, venganza y remordimiento. Sentimientos que fueron penetrando en mi mente poco a poco y ahogándome en mi propia agonía. No había perdón posible. Ella había muerto.
Y yo había sido su asesino.
El despertador, maldito instrumento de los infiernos creado para hundirme por las mañanas. Odioso trabajo y vida monótona, dos frases que me acompañan todos los días al abrir los ojos.
Apago ese aparato y fijo la vista en mi mujer; y pienso en cómo los años han ido degradando a esa chica risueña y soñadora que conocí hace lejanos doce años ya.
Me levanto, me ducho y desayuno; cojo mi maletín y cierro la puerta de mi coche, donde tranquilamente reposo la mente cinco minutos; introduciendo la mano constantemente en mi chaqueta, buscando un tabaco del que ya no soy consumidor. Arranco y me dirijo al trabajo.
Rutina, cruel hecho que me acompaña todos los días de mi vida.
Números y números en la oficina en la que trabajo como economista, un par de gritos de mi jefe, y de vuelta a casa; viendo pasar el transcurso de mi existencia como algo que apenas merece la pena vivir si no es porque mi instinto de supervivencia está totalmente introducido en mi ser, pero siempre acompañado de la típica pregunta: ¿por qué estoy aquí?
Llego a casa, las luces encendidas, he llegado pronto, pero sé que mi mujer no está: ha salido a ver a su madre y hoy no vendrá. Dichoso malgasto de electricidad y dinero.
Saco las llaves y abro la puerta, escuchando un bullicio en la parte superior de la casa.
Ladrones, malditos seres creados para maltratar la sociedad.
Cojo un cuchillo y subo las escaleras,… no son ladrones.
Odio, maldita mujer bastarda; y maldito su joven amante.
Venganza, agarro bien el cuchillo y me lanzo a por ese bastardo.
Tropiezo, caigo y el sonido queda roto con un grito de mi mujer: he caído sobre ella, se desangra con el cuchillo clavado en su abdomen.
El chico huye, y yo quedo sólo en la estancia, con el cadáver de mi mujer. Cojo mi revólver.
Salgo a la calle, subo al coche y cierro la puerta; y respiro durante cinco minutos.
Arranco el coche y me dirijo a un bar, compro tabaco.
Continúo conduciendo y aparco en una vía de servicio; ya son más de las dos de la madrugada.
Silencio; que se ve roto cuando enciendo una cerilla y respiro el humo nicotinado.
Me separo del coche, donde estaba apoyado, y saco el revólver.
Ya no queda nada.
Disparo.
Nadie lo escucha.
Silencio…
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Gentecilla, que decir, sencillamente quería hacer un relato cíclico y sin diálogo… espero que os guste.
Tu estilo es muy definido, por lo que he leído hasta ahora. Muy personal.
Me gusta, es muy negro. Aunque yo personalmente huiría de casualidades. Es decir, no le clavaría el cuchillo a la mujer de esta forma, me la habría cargado más por venganza o algo así. Con más mala leche (aunque precisamente de esto no has andado corto XD)
Muy bueno, Rafus. No sé que tenéis los carretero, pero empezad a escribir libros ya!
No concuerdo con Lascivo. Por llevar la contraria.
Para criticar (sabes que me encanta) y asi tratar de ayudar a que pulas estilo, hasta que dentro de un par de meses sepas tanto que me ayudes tú a mi,…
Diré que aunque creo que no lo intentabas, separas en dos partes completamente diferentes el texto. Eso viene marcado por la forma de describir. Primero frases largas… muy largas… despues cortas y con puntos y aparte. Sin embargo, creo que, aunque decidieras hacer eso asi, fruto de la casualidad en un primer momento, y despues claramente intencionado… debes darte cuenta de que cambia No cuando entra en su casa, sino cuando descubre a su mujer. El hecho de entrar en casa y esas cosas creo que son parte de su rutina, ahora bien, lo de encontrarte a tu mujer… haciendo warreridas… ya es otra historia.
Se ve claramente que el hombre tiene ganas de cargarse a su mujer, ya no la quiere, y la desprecia, como demestra varias veces. asi pues en eso si estoy de acuerdo con las, deberia cargarse a su mujer y despues al tio,… que por cierto,… corre desnudo por la calle y fue multado por escandalo púbico (hago constancia de que no me comí la «L»)
Por ultimo creo que deberías acabar con:
Disparo.
Silencio.
Creo que quedaria mejor, pero solo es una idea…
Ademas ayudas a que el texto no se venga abajo… esteticamente hablando.
creo que esta bastante claro que querias hacer un relato circular, pero estoy de acuerdo con champiñon con que hay dos partes demasiado diferenciadas, no ya solo en la forma de escribir, sino sobre lo que escribes.
ah! y para mi que el tio no queria matar a su mujer desde el principio…
A ver para hacer un par de aclaraciones… es aposta champi, con ese cambio, trato de dar dinamismo; ya no es un momento rutinario en el que puedes englobar todo en un párrafo, porque no tiene importancia… cada cosa, comienza a cobrar mucho ímpetu en el momento en el que entra en casa, y a partir de entonces.
Por lo demás, el chico no quería matar a su mujer, al menos en un primer momento, es un sentimiento extraño, no la odia, más bien, se pregunta por qué a cambiado tanto, y por tanto, a raíz de esto, no la ama, pero sí la aprecia. Al menos dentro de lo cabe.
Por último, es buena idea, voy a hacer ese cambio! XD