CUANDO TE VEO.
- publicado el 02/01/2022
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La Ecuación del Algoritmo
¿Cómo lo hago? ¿Me lo explicas tú? ¿Me dices cómo me olvido de nuestros secretos y de tus ojos? ¿Eh? Vamos… Vamos, valiente. Venga, niña fría y mayor… dime cómo me olvido de ti. ¿Sabes cómo hacer para que te olvide? Venga, tú que te crees tan lista… dime qué tengo que hacer para no acordarme de ti. Vamos, campeona, dame la fórmula que borre tus recuerdos.
¿Puedes? ¿Puedes darme el remedio a tu desamor? ¿Me dices cómo te olvido? Deberías decírmelo tú, justamente deberías decirme tú cómo olvidarme de todas las cosas inolvidables que me hiciste vivir.
Dime algún conjuro para olvidarte, uno de ésos que grita Willow, con una rima apropiada, de los que te gustan, o una regla de tres de ésas que te gustan casi más, o dame las piezas con el dibujo del puzzle, de ésos que también te gustan,… Dime la ecuación de los algoritmos… Dame la ecuación de los algoritmos para olvidarte. Dime los movimientos que tengo que hacer, dime las reglas del juego, las normas, o mis derechos, o el valor secreto de la letra S en el problema, por poner una que no sea la X . «S» de senda, de sexo y de sentimiento, por ejemplo. Dime dónde está el botón que tengo que pulsar para adquirir la amnesia selectiva que necesito para eliminar tus sonrientes promesas de mi memoria. Dime cuál es esa sobrenatural palabra que si pronuncio tres veces con los ojos cerrados derribará tu monumento. Dame el secreto. Dame ya la poción o las instrucciones, si es que las tienes. Dame ya el secreto para olvidarte, si es que existe alguno.
Vamos, engreída, sé tan buena y lista como crees ser, y dame ya el poder para olvidarte, para no pensar en ti cada una media de ocho minutos, para que no se me encoja el corazón todos los minutos novenos, para que no me escuezan los ojos cada diez minutos, seis veces en una hora, y para no sentir que una hora contiene un par de días, y para no creer que los días sin ti son tristes y absurdos, y para no saber que tu abrazo elimina toda mi tristeza… Dame la ciencia diabólica y alquimista que debes dominar para controlar al amor, ésa teoría escrita con sangre y pluma en un papel amarillento que deberías tener guardado en la trampilla oculta dentro de la chimenea, la declaración de independencia que no me concedes,… Vamos, listilla, saca ése as de la manga, tú que me miras condescendiente a veces, y otras veces compasiva, y otras tan arrogante… Venga… puedes hacerlo. Cuéntamelo. Dime el secreto. Confíame las últimas palabras del profeta que iba vestido de bufón, las que susurró en tu oído mientras expiraba, las que se precisan junto al plateado amuleto con forma de serpiente que su mano, inerte, dejó a la vista, ese amuleto que puesto en la cuarta piedra negra de los escalones del laberinto, el antepenúltimo día del quinto mes, ilumina el pasadizo que me lleva a tu olvido. Dime el genial método que aprendiste en el Himalaya, el que me comentaste, ése en el que no se sufre por despecho.
Venga, saca la carta que tienes escondida, creo que la he visto desde aquí… No te hagas la remolona, y suéltalo de una vez. Dime el secreto, desvélame el misterio, cuéntame ya el truco… Dime la solución para olvidarte. Venga, revélame los procedimientos del pagano ritual que debo hacer en el bosque, ése donde tengo que estar desnuda gritando tu nombre mientras la lluvia resbala por mi piel para devolver tus añoradas caricias a la tierra. Apenas necesito que me concretes unos detalles, y me digas, sobre todo, el lugar exacto donde debo hacerlo. Dímelo. Dame de una vez la daga con los símbolos sagrados, ésos que son números Pi, y ochos volcados que también podrían ser esposas, y los esquemáticos dibujos de unos tacones, y la constante repetición de dos círculos concéntricos, los símbolos que si atraviesan mi pecho no lo dañarían, sino lo restaurarían, vaciándolo de la necesidad de tu calor. Vamos, dame la daga para curarme, o ponme tres pruebas de fe que determinen mi valía para obtener el Santo Grial.
Dime cómo encuentro la tranquilidad en tanta angustia. Dime cómo puedo olvidarte. Dímelo, porque creo que tú, tan consciente cuando quieres hacerte notar, deberías saber cómo pasar desapercibida. Dime cómo te olvido. Debes tener la respuesta. Deberías tenerla, tú, que con tanta ironía tratas mi fidelidad y mi pasión,… tú, que presumes y sonríes cuando desprecias la grandeza del amor,… Deberías decirme qué hay que hacer para no pensar en ti, para no relacionarte con las cosas de forma innata, para no despertarme con el eco de tu voz. Deberías contarme el método que tienes para borrar a una persona de tus deseos y tus recuerdos. Vamos, niña lista, dame la ecuación de los algoritmos. Dime cómo te olvido. Deberías saberlo, tú, que tan rápido parece que superas las cosas.
Tú, que puedes leer la poesía más ardiente o desesperada sin pararte a tragar saliva.
Vamos, suelta la lengua, sácate la carta del sombrero, alza las manos, abre la caja de Pandora, levanta la manta, aparta el dado trucado, enséñame la habitación prohibida, muéstrame el atajo entre las zarzas, mírame a los ojos, confíame el secreto, y dime la respuesta al enigma de cómo te olvido. Venga, lista… dime cómo te olvido. Dame la fórmula milenaria, o la fuerza sobrenatural para no pensarte, o concédeme el milagro del retroceso en el tiempo, o regálame unas gafas futuristas que sepan nublar mi visión para no verte, ni siquiera con los ojos cerrados.
Vamos, valiente, échame un polvo mágico para despedirme de tu cuerpo.
Por supuesto, tienes que hacerlo. No puedes esperar que te olvide si no me practicas algún tipo de exorcismo.
Senda, 2010.
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¡WOW!…. Muy buen relato, me ha encantado.
Aunque una sugerencia personal sobre el título: La ecuación es en si, una parte del algoritmo, y al quedar incluído el nombrarlo resulta redudnante (en términos matemáticos).
Por lo demás, agradezco mucho el relato, de alguna manera me siento identificado en el.
jajajaj me di cuenta después de eso… pensé en cambiar el título… los algoritmos de la ecuación, que sí que tendría sentido, me parece, pero me gustaba mal, sigue siendo surreal como el resto, así que…
gracias Zadel88, me alegro que te guste. si te sientes identificado, sólo decirte que ánimo, espero que encuentres un brebaje legal que te haga olvidar…
el comentario anterior que pone que lo ha escrito luis es mío… no sé qué ha pasao jajaja
… Supongo que debo hacer la alcaración:
me he sentido identificado porque durante mucho tiempo estube en esa situación. Afortunadamente, he logrado salir de ella… Eso ya es historia patria.