Los colores olvidados
- publicado el 22/12/2012
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El evento
El sujeto circula por encima de la velocidad permitida, a pesar de los copos de nieve que se derriten en el sucio parabrisas de su sedán azul oscuro. Una ola de frío aguda y repentina de polaridad helada y malencarada, gustosamente cargada de adjetivos por los pseudocientíficos que se hacen llamar meteorólogos, barre el campus y deja narices rojas y bonitos gorros otoñales cubriendo elegantes y jóvenes cabelleras, o crestudas seseras. El estudiante se dice que ya no hace ni frío ni calor, hay olas de lo uno o de lo otro, del Sáhara o de Groenlandia, pero no simple calor o frío. Eso ya quedó atrás, como los telégrafos o como el educado “buenos días” en la cola del autobús.
El joven y, naturalmente, imprudente conductor, se dirige a recibir sus clases de natación. Ya perdió el miedo escénico al bañador ajustado y a los horribles gorritos de goma. Ahora disfruta del agua y de la visión de nadadoras como cetáceos de piel cremosa. Tanto anhela esos instantes de soledad y comunión con el líquido elemento, que decide esquivar las siluetas de los supuestos estudiantes con chirrido de neumáticos. –Claro, es que llego tarde. -Piensa con toda la razón del mundo. ¿Hay motivo más sagrado que la prisa?
Voces “in crescendo” hacen palpitar sus meninges con acusaciones cruzadas dirigidas a inclinar a los votantes en las inminentes elecciones catalanas. -Como si esa sarta de mamarrachadas fuera a inclinar algo a estas alturas-. Presiona el botón y cambia la frecuencia de la emisora. Resulta que estamos en la víspera del décimo Barça-Madrid del siglo. Porras, apuestas, estadísticas, antecedentes históricos, perfiles dentales de Guardiola y Mourinho. ¿Quién es mejor? ¿Quién ganará? –A callar, hijos de perra. –La radio guarda silencio obedientemente, pero aún se oye un eco de fondo: Criiiiisiiiis, criiiiisiiiissss…
La circulación se detiene. La calle está llena de coches semi-vacíos.
-¿Oye, ése no es…? -Una familiar silueta se filtra a través de las gotas de la ventanilla del conductor. El turbo diesel se acerca al paso de cebra y se detiene en seco. Un imberbe desaprensivo que caminaba rápidamente le ha hecho frenar. El conductor gira la cabeza y busca al tipo de antes.
-No sé…- Se dice a sí mismo. Sacude la cabeza.
Mete la primera marcha y el automóvil se pone en movimiento. –Hay que joderse con los “bolonios” y las putas prisas. Mierda de globalización, esto es culpa de…de…Bill Gates, el petróleo y la madre que los parió-. Los ojos del inconformista estudiante se abren como platos. ¡Sí, no se lo había imaginado! ¡Ahí está! No hay duda. Su pelo blanquea de repente y de la comisura de sus labios brota un pergamino antiguo de arrugas que se extiende por su compungido rostro. El coche se detiene en medio de la calle y los cláxones comienzan a aullar. Los dientes caen de su boca como pétalos marchitos, y su lengua se seca como una pasa en una mufla. Le abandonan el calor, humores y fragancias corporales. Su cuerpo se desinfla inexorablemente.
Instantes después sólo queda una triste montañita de polvo sobre la tapicería del asiento y un par de zapatos sobre la gastada alfombrilla.
A pocos metros del solitario automóvil, un peatón idéntico al chico fulminado camina tranquilamente hacia algún lugar, acompañado por dos amigos que conversan con él. No es consciente del evento que ha ocurrido a pocos metros, por eso camina hacia un punto concreto. Ajeno a la ausencia de futuro. Sin saber que pertenece a la generación perdida.
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Hum, si te soy sincero, no sé muy bien a dónde quieres llegar, o qué quieres decir. Este me ha dejado un poco frío en comparación con «Hielo».
Por cierto, ¿no debería ser el decimo noveno Madrid-Barça del siglo? Hay un partido de ida y otro de vuelta, ¿no? Aunque yo de fútbol sé más bien poco.
Es normal que te haya dejado frío, el relato no es gran cosa. Quería sugerir que nos pasamos el día a día embarcados en asuntos secundarios, y bombardeados por multitud de informaciones que en realidad no deberían interesarnos demasiado, mientras probablemente se está gestando un drama terrible. Quería sugerir también que el chico se ve a sí mismo tal como podría ser, con un futuro hacia el que dirigirse, pero resulta que ese futuro que antes tenía ahora sólo es polvo. Eso lo he intentado explicar con ese recurso surrealista que es verse a uno mismo al otro lado de la calle. El tipo sin futuro ve a su otro yo y se convierte en polvo.Porque pertenece a la generación perdida. 🙂
¡Ah! Quizás la idea era buena pero el relato no es muy afortunado.
Y por cierto, con lo del Barça-Madrid intentaba hacer ver simplemente que, según los informativos, cada jodido año vamos a ver el Barça-Madrid del siglo. Y luego vemos un gran PLUF.
(Sí, soy madridista). 😀
El relato te ha quedado un poco saturado de adjetivos al principio xD
Tampoco he cogido muy bien la idea del relato, pero por lo menos es ameno y divertido ^^
Me quedo con la frase «Ajeno a la ausencia de futuro» creo que despuès de haber explicado cual era tu idea lo resume un poco. Opino que está algo sobrecargado pero la idea es buena
Muy bueno. Cuando escribes algo nuevo…
Un abrazo