De, de, de, de.

De las palabras blancas
que nunca tendrán
un significado
que las haga divagar
por mares y ríos,
sopas de letras
comidas frías,
con tenedores y cuchillos.

De los significados inexistentes
que nunca tendrán
una palabra
que los sepa expresar
sin recurrir
a la invención,
la trampa,
o la imaginación.

De las sombras
enrevesadas,
inmaculadas,
vestidas de blanco,
y sin embargo,
oscuras,
apagadas,
no iluminadas.

De todo lo que rodea
a este mundo loco
del cual nos tocó
ser testigos sin tregua.
De aquello de allá,
y esto de acá.
Orégano, sal y pimienta
para putear al mundo,
si cabe,
algo más de la cuenta.

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