Fiesta en el reino
- publicado el 05/06/2009
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Esto es de locos
Esta historia es de locos. Mejor dicho, esta historia va de locos.
Era mi primer día en el hospital psiquiátrico, como médico residente. Había estudiado, oído hablar y hasta visto vídeos de personas afectadas de diferentes clases de psicosis, pero en el hospital sería la primera vez que los trataría cara a cara.
—¿Podría ver una relación de los pacientes y sus diagnósticos? —pregunté al doctor Meza.
—Vamos a hacer algo mejor —respondió —. No voy a darte una «lista de la compra» para que puedas crearte ideas preconcebidas de los pacientes. Tú mismo irás habitación por habitación y les preguntarás por qué están aquí y formularás su diagnóstico.
—¿Es… está seguro doctor? —le dije, inseguro—. ¿Y si alguno de los pacientes sufre un episodio violento?
—Estate tranquilo, en las habitaciones de los más proclives no se puede entrar sin la compañía de los celadores. A esos, si hace falta, les preguntas desde detrás de la puerta.
Qué sorpresa. Un doctor loco en una casa de locos. Esperaba alguna novatada, pero no de parte del médico que estaba a cargo de mí. Sin embargo, nada más acercarme a la primera puerta, reconocí que me invadía una sensación no sólo de temor, sino también de curiosidad.
Habitación 003 – «Friday»
—Yo veni’ di islas di África, en patera. Yo tene’ contacto bueno aquí.
—¿El caso de este hombre no debería haberse delegado a Inmigración? —pregunté en voz baja a Meza.
—Así fue, hasta que empezó a insistir que su «contacto» era un tal Robinson Crusoe.
—…
Diagnóstico: Robinson Crusoe era la alucinación de un solitario indígena isleño.
Habitación 005 – «Soñador»
—Tú… ¿sueñas con monstruos? —me preguntó calmado el paciente.
—A veces —le respondí. —¿Y tú?
—Yo no. Yo sueño con ser un monstruo.
En aquel instante, miré de reojo al celador en la puerta.
Diagnóstico: Él no sueña con monstruos. Él es el monstruo de mis sueños.
Habitación 007 – «El sexto sentido»
—En ocasiones, veo muertos —me susurró el chico joven desde debajo de su colcha—. Sé que están ahí, me observan, me controlan… Me apunté a clases de interpretación para tenerlos entretenidos.
Diagnóstico: No hay mejor actor que un loco que se cree su papel.
Habitación 009 – «Refugiado»
—Yo no estoy loco.
—(Qué novedad) —pensé.
—Me he encerrado aquí por seguridad. Los que están allá fuera sí que están locos: hablan a solas por la calle, en los bares, en los parques, en todos lados…
Bzzzzzzzzzzz. Mi teléfono móvil comenzó a sonar.
—¡AHHHHHHHH! ¡ERES UN DE ELLOS! ¡¡¡ERES UNO DE ELLOS!!!
—¡Celador, celador! ¡Ayuda!
En menos de diez segundos, los celadores inmovilizaron al paciente y el doctor Meza le inyectó un tranquilizante.
Diagnóstico: Sólo un loco entraría ahí con el móvil encendido.
Habitación 011 – «Viajero»
—Me han encerrado aquí porque soy capaz de viajar en el tiempo —me dijo el hombre con aires de aristócrata—. De hecho, ahora me voy de regreso a mi banquete de bodas. ¡Y tú no estás invitado!
Diagnóstico: Lo malo de vivir en el pasado es que no puedes invitar a nadie más.
Habitación 013 – «Mea culpa»
—Es por mi culpa. Es por mi culpa. Es por mi culpa. Es por mi culpa. Es por mi culpa. Es por mi culpa… —susurraba aquella mujer mientras se balanceaba frenéticamente.
—¿Qué es por tu culpa? —pregunté. Ella frenó en seco.
—¡TODO! —me contestó—. Pero aquel estúpido notario no quiso entenderlo, decía que no podía registrar la culpa a mi nombre. Ni siquiera cuando empecé a golpearle con la grapadora… ¡Aquello también era por mi culpa! —Me miró fijamente y se acercó—. Oiga, ¿por qué estoy aquí?
—Creo que… por su culpa.
—Gracias —contestó. Y sonrió.
Diagnóstico: la culpa tiene dueña.
Habitación 015 – «Baco»
—Mi único problema es ser un fiel devoto del vino. Por eso mi mal tiene nombre de tragedia romana.
Diagnóstico: delirium tremens.
Habitación 017 – «D’Artagnan»
—Es una locura.
—No, se llama delirio.
—La nomenclatura más adecuada es «psicosis».
—¡Callaos todos! —gritó.
Pero no había nadie más. Aquel individuo estaba solo. Yo me encontraba detrás de la puerta, escuchándole en silencio.
Diagnóstico: todos para uno y uno para todos.
Habitación 021 – «Robinson»
—Tranquilo, no temas, estoy bien… ¡sólo que deja de mirarme así!
—Yo… no le miro —respondí.
—No es a ti, imbécil, ¡es a él! Todo el día ahí quieto sin hacer nada, me pone de los nervios —decía mientras señalaba una cara pintada en la pared.
Diagnóstico: deberían presentarle al paciente de la 001.
El doctor Meza y yo fuimos a su despacho. Me ofreció un café y nos sentamos. Estábamos en silencio, yo miraba el café como si fuera a encontrar respuestas en sus posos. Meza rompió el hielo.
—¿Y bien? ¿A qué conclusiones has llegado? —preguntó. Y le dio un sorbo a su café.
—No sé ni por dónde empezar… —Me pasé una mano por la cara—. Hoy me he preguntado por qué escogí esta especialidad —le confesé.
—Lo que siempre me ha llamado la atención de las psicosis, es que las fantasías de los afectados muestran otra forma de realidad, una forma de rebelión inconsciente.
—Está loco… —dije. Y me lamenté, odiaba hacer chistes malos.
—Si no puedes contra ellos, únete a ellos —me contestó.
Recordé al paciente de la 009, el del incidente del móvil. Algo de razón había en medio de su locura. Todos estamos locos, sólo encerramos a aquellos que se les nota demasiado.
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Una lástima que nadie haya comentado esto. Me gustan tus locos, creo que voy a presentárselos a los míos… ¡Mi enhorabuena!
Te echamos de menos, Zilniya. ¡Mucho!
¡Mucho! ¡Mucho!
(Unas orejitas de gato asoman por la esquina. La musa-gata mueve la cola con nerviosismo. Ronronea.) =^.^=