El aterrador jersey errante: segunda parte

Me flaqueaban las piernas y tardé algo más de lo normal en volver a la habitación. La llama de la velita que llevaba en la mano temblaba por la corriente y en el pasillo se oía cómo las gotas sonaban en las ventanas de las habitaciones como insectos golpeando contra un parabrisas.

La puerta de mi habitación estaba entornada, aunque no recordaba haberla cerrado en mi anterior huida, así que la tuve que empujar con el cuchillo jamonero. Vi un relámpago a través de la ventana y una silueta sobre mi cama.

Creo que me quedé de piedra o algo así, porque comencé a mover la boca y los brazos como si fueran de madera. Encima de mi cama y mirando hacia la ventana estaba el jersey de rayas blancas y azules que me había puesto esa misma mañana. Sí, sí, lo he dicho bien, estaba levantado y mirando hacia la ventana en posición contemplativa.

Entonces se giró lentamente hacia la puerta, apoyándose en una manga aparentemente vacía y se me quedó mirando en esa posición, con el cuello apuntando hacia mí. Durante unos segundos no pasó nada, pero entonces decidí pasar a la acción, así que cargué con todas mis fuerzas y un estruendoso alarido de guerra.

Se me enredó el pie con un vaquero, pisé una zapatilla abandonada y al final acabé rodando sobre la cama, y el jersey demoníaco, para acabar parcialmente descoyuntado contra el suelo y con el cuchillo jamonero clavado en el gotelé de mi habitación.

No sé cómo lo hice, pero acabé con la espalda apoyada contra la pared, las piernas en el aire y mi cuello doblado en una posición muy dolorosa. Desde ahí abajo pude ver como el jersey se incorporaba y se volvía de nuevo hacia mí, ahora rápidamente. Levantó los brazos-manga hacia el techo y entonces comenzaron a vibrar. Como si este gesto hubiese activado un campo magnético o algo así, los vaqueros que estaban encima del espejo se cayeron y comenzaron a reptar hasta la cama.

¡Joder! Me levanté a trompicones y corrí hacia el salón. Pasé por el lado de la cama y creí ver que una manga se intentaba aferrar a mí, pero no me quedé para preguntarle si quería algo. Me puse a buscar el móvil por la mesa del salón, pero todo estaba a oscuras y sólo conseguí tirar una lámpara, un cenicero y el mando de la tele. Entonces levanté la vista y en medio de la penumbra, vi la silueta de un hombre, con la gracia de que no había hombre dentro.  El jersey estaba erguido sobre unos vaqueros medio doblados que parecían piernas rotas, y debajo de estos había una zapatilla de cada color, colocadas en la posición correcta. ¡En la posición correcta!

No pensé, no supe qué hacer. Cogí el portátil por si volvía el Wi-fi y salí a la terraza. Cerré la puerta y aquí estoy, escribiendo esto bajo la lluvia, mientras esa cosa  me observa completamente quieta a través del cristal de la puerta, armada con un cuchillo jamonero. Una cosa está clara, no me volveré a acercar a una gitana.

Gonzalo López Sánchez
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3 Comentarios

  1. Pequadt dice:

    Malditos jerseys asesinos. A mi me pasó algo parecido con el papel higiénico en el baño.

  2. Yizeh dice:

    Vamos, que si no llegas a huir, el jersey te pega… con los zapatos xD

    No es el mejor relato de comedia-terror que te he visto, pero está muy logrado. Sobretodo me gusta de lo que te has inspirado 😉

  3. Bayushi Yuna dice:

    Jajajajajajajaja!! Sublime. Sublime!! xDDDD

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