Crónicas de un Requiem anunciado
- publicado el 24/01/2014
-
Paladín de los vencidos
Era maestro del esgrima de conceptos
arma viva de la dialéctica;
cayó atrapado en sus propias redes
por su propia razón cataléptica.
Escupió su sangre
rodilla en tierra.
Se retiró con el rabo entre las piernas
donde antes nunca se le acabara el hambre.
Y advirtió, al fin,
que hay victorias imposibles.
Él, que nunca se retrajo,
que siempre bramó contra el que clama y llora,
entiende ahora la desesperanza
como argumentación disuasoria.
Y alza su cabeza
(recto el cuerpo, mustia el alma)
observador casual
de la futilidad humana.
Comprende, ay de sí,
la verdad irremisible.
Siempre erguido,
con el alma hipertrofiada
de sustentarse a sí alzada,
campeón de los vencidos.
Fingirá, por puro orgullo,
patalear desde la soga.
Aunque sea que lo recuerden
como era antes, y no ahora.
Arrancarse de raíz:
el camino imprescindible.
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