Soy
- publicado el 24/12/2013
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La niña del columpio
La niña del columpio parecía triste. Quizá vino triste de serie o quizá estaba triste porque ningún niño quería jugar con ella. Puede que fueran ambas cosas, ya que pocos niños quieren jugar con una niña que viene triste de serie.
Se balanceaba en su columpio muy suavemente pero con un ritmo constante, como el de una marcha militar. Su larga melena le caía por la cara dejando ver únicamente dos enormes ojos negros que no se sabía muy bien a dónde miraban. Quizá buscaban algún niño que quisiera jugar con ella, o al menos empujar su columpio para poder llegar un poco más alto y ver el mundo desde otra perspectiva.
La niña sabía que hay que tener mucho cuidado con quién dejas que empuje tu columpio, ya que si lo hace con demasiada fuerza corres el riesgo de dar la vuelta y acabar en el suelo. Y nadie quiere estar en el suelo. Desde abajo todo se ve distinto, y hasta el más ínfimo de los seres parece querer pisarte. Hay que ser muy bueno para estar arriba y no perder el equilibrio, y cuanto más arriba estás, peor es la caída.
La niña no quería estar arriba, o al menos no tan arriba; se conformaba con que alguien empujara su columpio lo suficiente para llegar un poco más alto y ver el mundo desde otra perspectiva.
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Los niños del parque de la niña del columpio no sabían lo que era la integración… Algún día conseguirá que alguien le de un «empujoncito» por poco que atraigan las pequeñas tristes de serie. 🙂
¡Ah! Me ha recordado al perspectivismo de Ortega y Gasset.
Si está buena se le puede dar un empujoncito… Me ha gustado mucho el estilo, te ha salido muy redondo (bien cuadrado por todos los lados, aunque parezca paradójico), pero parece que todo el mundo está de bajón al escribir aquí. Me pregunto si es por la época que nos está tocando vivir, ya veremos qué generación de escritores sale del s. XXI a los libros de literatura.
La generación «sopa», productores de un hiperrealismo mágico-trágico, XDDD. (si os mola el nombre, recordad que el original es mío, y como tal entrará en el libro de lengua de vuestros hijos)
La Generación de la Crisis.
La Generación Sopa también me gusta, si ha podido existir la Generación Nocilla…
Tienes razón khajine, pero creo que más que encajar con una generación de depresivos (que también), tiene que ver con los momentos en los que decides sentarte a escribir… A mí al menos cuando estoy con una copa en la mano y rodeado de gente no me da por ahí jejeje.
Siento si contribuyo al suicidio de alguien, pero será raro que publique algo positivista y divertido 😛
Winston, yo te apoyo, que al parecer aquí hay mucho optimista poco empático 🙂