Aquel lejano arcoiris.

Esta es la historia de un niño que soñaba con alcanzar el arco iris con su triciclo.

Él siempre estaba tratando de conseguirlo, y todos los días que veía en el firmamento ese cúmulo de colores, corría a su almacén, agarraba su pequeña bicicleta y pedaleaba desesperadamente para llegar hasta allí antes de que desapareciera.

No era el oro de los cuentos lo que ansiaba, no buscaba la admiración o la fama, pero tampoco era producto de la curiosidad su obsesión.

El objetivo del chiquillo era poder manejar las ruedas de su triciclo por esas bonitas carreteras de colores.

Y por ese motivo, cada vez que fallaba en su empeño, pataleaba y gritaba hasta sentir un profundo dolor en el pecho.

Su padre, que no era ni un sabio ni un rico, siempre le decía las mismas palabras:

– Cuando yo tenía tu edad, también quería conseguir alcanzar ese bonito firmamento que te obsesiona, mas no te preocupes hijo mío. Hay una gran verdad escondida dentro de ese sueño que te corroe, y dentro de un tiempo, cuando seas mayor, alcanzarás a comprenderlo. Hasta entonces, hazme caso, sigue persiguiendo tu arcoiris.

El pequeño siguió creciendo, y viendo pasar los años, y haciendo caso de las palabras de su anciano padre, siguió cogiendo primero el triciclo y luego la bicicleta, para tratar de lograr su meta.

Nunca se rindió, y un día, por fin, el mismo que su mujer dio a luz a su primer hijo, en un pequeño arroyo que corría de su pueblo, vio un pequeño arcoiris que describía una forma elegante al alcance de su mano.

Y en ese momento, cuando una lágrima de alegría bañaba su rostro, y su mano tocaba por fin ese sueño tanto tiempo deseado, comprendió las palabras de su progenitor.

«No son los sueños metas fáciles o difíciles de alcanzar, pero siempre, mientras perseguimos esos que son tan lejanos y difíciles de hallar, se irán cruzando en nuestro camino algunos más sencillos que sabremos disfrutar si hemos luchado siempre por conseguir lo que queremos».

Esas mismas palabras las leyó en el funeral de su padre, aquel día llovía, y entre las nubes, un rayo de sol dejó entrever un arcoirirs.

Por supuesto, su pequeño hijo cogió su triciclo y salió en busca de sus sueños.

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