Réquiem

Tarareaba en su mente una y otra vez aquella canción de amor caducada.En tanto,pensaba en las palabras que diría en la réquiem.Tenía tantas cosas que decir…había esperado tanto aquel momento…Hace unos años ni se hubiera planteado que fuera a faltar ella.Tan lúcida,tan bella,su flor favorita,le enseño que los sueños también se hacen realidad.Estos dos meses habían sido eternos,y eso que ella no se había enterado de la misa a la media.Le habían ocultado las cosas para no hacerle daño.

(Siempre he creído que eso era una burda tontería.Las cosas hay que asimilarlas con tiempo,y más si se trata de temas así.Luego cuando retiran tan rápido la tirita que no te da tiempo a reaccionar,maldices el día en el que a alguien se le ocurrió engañarte.Sí,engañarte.No decir la verdad ha sido engañar de toda la vida).

Conforme iba acercándose a la iglesia iban aumentando los nervios.Su paso se ralentizaba,de tal manera que hasta,en su dureza interior,dentro de esa fuerza suya tan característica,le dio tiempo hasta a esbozar una lágrima.Por dentro lloraba,sollozaba,pero por fuera se mantenía estoica.

Una vez llegó a la iglesia,se santiguó delante de el mástil que dibuja un crucifijo en el alto del edificio.Nunca había creído en Dios.Pero de vez en cuando,por eso de »por si acaso»,le rezo un par de padres nuestros,para no quedarse con la duda.

Se dispuso a entrar,se sentó al fondo,en una esquina,alejada de toda su familia,que no hacía más que preguntar dónde se habría metido.

Llego su hora.Aquella iglesia se lleno de miradas dirigidas a la nada.Sus tacones resonaban por todo el templo,mientras ella avanzaba con paso firme y decidida por el pasillo central.Había llegado su turno.

»No vengo a hablaros de discursitos religiosos.De paz en el mundo.Ni siquiera de lo mucho que la quería por que no alcanza el significado de cuatro palabras.

Durante años fui su niña bonita,su ojo derecho.Y ahora…ahora no soy nada.

No lo digo apenada,simplemente es así. Esperáis un sepelio en el que me compadezca de no haber dicho antes lo que sentía,y no lo haré,puesto que ella lo sabía,y muy bien.Sólo quiero que esto nos haga reflexionar.Seguramente muchos de los que estáis aquí,ni la conocíais,muchos incluso alguna vez habéis pensado en su mal.No importa.

¿Sabéis lo rápido que ha pasado todo?¿Sabéis de verdad el sentido pleno de vuestra vida? La vida es totalmente efímera.Y de vuestra mano está saber que sentido darle.Ella nunca pensó en sí misma.Su felicidad era la mía,la de mis hermanos,la de mis sobrinos.Darse a los demás fue su vida y murió feliz.Esa era su felicidad.

¿Sabéis cuál es la vuestra?¿Sabéis a ciencia cierta si en vuestro funeral la iglesia estará llena aunque no os halláis preocupado de ello?

Cuando un niño nace,siempre llora.Pues es señal de vida,de pureza.Los demás,mientras,sonríen alegres por la felicidad que les proporciona un nuevo miembro en la familia.El simple hecho de vivir,conlleva la responsabilidad de saber encontrar la manera en la que,cuando tu mueras,tu sonrías,y el mundo llore.

Ella la ha encontrado.Aquí me tienen,nunca conseguiré volver a escuchar su voz,volver a ver su sonrisa,ni a oler su perfume.Y les aseguro que aunque no tenga un pañuelo en la mano como la mayoría de ustedes,estoy destruida,roída,destrozada por dentro.Supo hacerme feliz con su presencia,y sufrir con su falta.

Así que ya saben,siéntanse orgulloso de aquellas personas que completan su felicidad,pues cuando falten provocaran lágrimas es sus ojos,lo que significa que se irán felices,y eso,es lo que verdaderamente vale la pena de la vida».

 

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