Tu cuerpo desnudo sobre la nieve

está camuflado, pero no al tacto.

Los botones de tu pecho,

duros como labios enfurruñados,

arañan mi mano,

(derriten la nieve).

Sólo tu pelo es visible,

escarchado y revuelto,

pero no es protagonista.

Sólo mi mano lo es,

atacada por el ansia.

Sólo tus labios,

enrojecidos por el frío,

enrojecidos por el calor.

Tu piel, de gallina, está tersa,

cuero vivo,

pero sensible a cada roce.

Y en la inmensidad blanca de esta escena,

un grito mancha

y deja trazos de susurros

que se esparcen por todas partes

hasta llegar al final.

Afal Seguy. Diciembre de 2012

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Afal Seguy

Poeta, principalmente. A veces escribo relatos. Nacido en Burdeos hace muchos o pocos años. Vivo en Madrid. Escribo para vivir.

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