Viejas fotos (para mis hijas)
- publicado el 25/02/2014
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Tu esencia y la mía
¿A qué hueles, Madrid?
¿A qué hueles?, te pregunto y me marcho.
¿A qué hueles?
He sido tan de tu estampa,
firma en tu postal,
que ni te he olido.
¿A qué huele la vida, Madrid?
¿A qué huele tu ritmo desquiciado?
¿Cuál es la fragancia del traqueteo de tu tren,
de tu correr de aquí para allá,
de tu gentío acumulado y solitario?
¿A qué huele tu entrepierna y tu sudor intestino?
¿A qué huele tu perfume alienado?
¿A qué huele tu amistad verdadera?
¿A qué huele tu amor con desgarros?
¿A qué hueles si yo nunca te he olido?
¿Huele a mar tu vertedero privado?
Hoy me he parado a pensarte
y te he visto, oído, palpado…
Pero tu olor, me imagino, de humo;
pero tu olor, creo yo, del asfalto,
he buscado, olfateado, husmeado,
he aspirado, pero no lo he encontrado.
¿Acaso tú y yo somos lo mismo?
¿No te oleré hasta que no seamos extraños?
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No creo que llegues a olerlo, pues la nostalgia más que ser un aroma es un regusto en algún lugar indeterminado del paladar.
Espero que lo bueno que te llevas te haga tan fuerte que, cuando vuelvas, no solo seas más viejo y más feo, sino más grande.
No me llevo lo bueno salvo en el recuerdo, aunque quizá me ponga poeta y diga que son los recuerdos los que nos hacen como somos y llevar recuerdos con nosotros es llevarnos a nosotros mismos y todo nuestro pasado. Pero no. Lo bueno «os he dejado allí»