ARMAGEDDON

No luz solar

sino luz negra

para cuando desaparezcan los tuyos

(los recuerdos)

-imprecisos

como el paisaje

bajo el cielo de la distancia-,

y en seco

se despedacen los rostros

que difumina la memoria,

para entonces,

los ramales últimos de la vida

-custodios de un recinto

desprovisto de esquinas

pero agrietados por el paso del tiempo,

por el viento del sol-

habrán almacenado su andamiaje

su cumplida espera

el sobrevenir del viaje de la sangre.

 

Y ahora,

aunque sus cabos se entremezclen

en una red de cuerda

donde la luz

se desvanece,

la última hora

(la última luna)

ha vuelto a poner cristales

en sus labios

y arropa

con atalajes de costurera ciega

las huellas de un tiempo

que jamás estuvo presente.

 

A un fecundo círculo

nos convoca la memoria

depositaria de una culpa imperecedera.

 

(Voz en off)

«…la vida fue esquiva

en su desconfianza

de perro apaleado…

 

…ya no quedan ojos

sobre un ramo de noches encendidas.»

 

Isidro J. Martinez
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