Así fue como te tuve

Cuervo llegó agitado y puso la encomienda en el altar. Nerviosa, coloqué el ovillo en el cuenco de cristal y pronuncié el conjuro tratando de no equivocarme otra vez, con la vara bien enfilada y la mano firme, hasta que las cinco runas flotaron hacia la hoguera y comenzaron a girar frenéticas, a una velocidad tal que la fuerza del viento apagó el fuego durante varios segundos. Cuando se hizo la luz estabas frente a mí. Emocionada, me eché a llorar. Entre lágrimas te vi mirarlo todo con tus ojos nuevos y suspiré: al fin.

A. R. Bradley
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